Desde hace meses, Italia comenzó a reforzar su estrategia diplomática y de inversiones, no solo con el África mediterránea, sino con el resto del continente, a través de su Plan Mattei y que ha puesto en la mesa inversiones disponibles, por 5 mil 500 millones de euros.
Se trata de la piedra angular del nuevo “romance” entre Italia y los países del África mediterránea: un programa llamado, Plan Mattei, en honor al fundador de Eni, Enrico Mattei.
Precisamente, el European Think Tanks Group (ETGG) destacó al respecto que por primera vez hay un plan con el potencial de “cambiar las reglas del juego” para la cooperación de Italia con África en materia de desarrollo.
El acercamiento de Meloni ha sido gradual hasta anunciar el Plan Mattei que viene cargado con una financiación inicial de 5 mil 500 millones de euros y está enfocado a cinco áreas clave: 1) educación; 2) agricultura, 3) salud; 4) energía; y, 5) agua.
En los países del África mediterránea, se observa a Italia como a un nuevo socio estratégico, un puente fresco de inversiones y de cooperación para el desarrollo que, además, los acerca más hacia la Unión Europea (UE).
El arribo al poder de Giorgia Meloni, en octubre de 2022, ha reubicado a África dentro de sus prioridades en materia de política exterior: la primera ministra, militante del partido Hermanos de Italia, ha asumido una postura proactiva buscando un acercamiento clave con Argelia, Libia, Túnez, Marruecos y Egipto pero tampoco deja fuera al resto del continente africano.
Su intención es frenar, en origen, la salida ilegal de cientos de jóvenes que, explotados por las mafias, se adentran en cayucos inseguros para navegar hasta las costas europeas con el sueño en el bolsillo de conseguir una vida mejor. A veces solo vivir en libertad y en seguridad.
Meloni cree que además de hacer más férrea la política de asilo y acogimiento italiano y de perseguir a las mafias y acelerar las expulsiones de los ilegales, es necesario trabajar de forma conjunta con África para crear oportunidades dignas para su población. Evitar que se vayan por hambre y hacerlos quedar porque encuentran oportunidades de vida.
El Instituto Affari Internazionale habla de un “cambio de mentalidad” en Italia y en su política exterior hacia África, alejada de los reproches, para ofrecer alternativas con soluciones que a través de la inversión y de la cooperación coadyuven al progreso de las economías.
A COLACIÓN
Se trata de inversiones potenciales en el renglón energético; de fortalecer el camino de la cooperación y de una nueva forma de asociación a través de movilizar inversiones públicas y privadas.
Ahora bien, Roma pretende que las relaciones no se circunscriban únicamente al renglón energético: hay misiones de alto nivel, comerciales y de inversiones, el propio presidente de Argelia, Abdelmadjid Tebboune ha calificado de “trascendental” este acercamiento. Hasta la prensa local alaba a su socio europeo.
Además de Argelia, la primera ministra buscó un acercamiento con el gobierno libio: hace meses en Trípoli se reunió con su homólogo, Abdul Hamid Dbeibeh y ambos signaron un acuerdo gasístico por 8.000 millones de dólares que involucra a la energética italiana Eni y a la Corporación Nacional de Petróleo de Libia (NOC).
La diplomacia italiana está siendo transversal. Ha sido bastante significativo que Meloni recibiese en Roma a Khalifa Haftar, autodenominado líder de la milicia de Bengasi, con quien abordó los retos de los flujos migratorios y la necesidad de que Libia tenga un entorno de paz, seguridad y estabilidad.
A su vez, con Túnez, la estratagema desde Roma descansa en una serie de alianzas. Meloni se ha reunido varias veces con Kais Saied, presidente de Túnez, y ha mediado inclusive para que el Fondo Monetario Internacional (FMI) acelere la entrega de un paquete de ayuda que, hasta el momento, no ha sido concedido.
La primera ministra que milita en un partido de ultraderecha avizora que a través del Plan Mattei se puede incluso detonar un corredor africano de energías renovables así como de hidrógeno verde. Hacerlo sería un hitazo, África no es el pasado, es el futuro. Solo se necesita visión y Meloni no se equivoca en la estrategia.