Por: Perla Gómez Gallardo
Cerramos con esta entrega la visión de Albert Camus, que plasma en su obra: “Moral y Política”, ahora con las reflexiones posteriores a los sucesos de la Segunda Guerra Mundial:
“A la larga… el espíritu termina siempre por vencer a la espada. Napoleón”. La apuesta de Camus es de un nihilismo activo, en donde el pesimismo se sortea con el humanismo.
Continúa Camus: “A la larga, sí… Pero después de todo, es buena regla de conducta pensar que el espíritu libre siempre tiene razón y termina siempre por triunfar, ya que el día que deje de tener razón será el día en que la humanidad entera habrá errado y en que la historia de los hombres habrá perdido su sentido.” La libertad y la razón es la esencia que limita las peores atrocidades y al mismo tiempo esa libertad con fundamento solo en la ideología nos lleva a lo peor.
“Los no creyentes como nosotros solamente odiamos el odio y mientras haya un soplo de libertad en este país seguiremos negándonos a unirnos con los que gritan e insultan, para quedarnos, tan sólo, junto a los que atestiguan, no importa quienes sean”. No puede ser el odio el sentido de la existencia, se debe trascender.
Con pesar señala: “Algo en nosotros fue destruido por el espectáculo de los años que acabamos de vivir. Y ese algo es aquella eterna confianza del hombre que le ha hecho creer siempre que podía obtenerse de otro hombre reacciones humanas hablándole con el lenguaje de la humanidad. Nosotros vimos mentir, envilecer, matar, deportar, torturar y cada vez que sucedía era imposible persuadir a los que lo hacían de no hacerlo, porque estaban seguros de sí mismos y porque no se persuade a una abstracción, es decir al representante de una ideología”. Emergían las atrocidades que se llevaron a cabo en nombre de una ideología, ahí el fracaso del diálogo y del actuar “humano” se perdió.
“El largo diálogo de los hombres acaba de cortarse. Y, por supuesto un hombre a quien no se puede persuadir es un hombre que da miedo. Así, al lado de los que no hablan porque lo juzgaban inútil, se extendía y se extiende aún una inmensa conspiración del silencio, aceptada por los que tiemblan y se dan buenas razones para ocultarse a sí mismos que tiemblan, y suscitado por quienes tienen interés en hacerlo.” La irracionalidad a la que lleva la ideología, convierte al ser en algo temible, el miedo que generan ese tipo de personas inhibe la interacción de las personas que se abstienen de generar un diálogo que saben perdido.
Camus cierra: “Nos asfixia esa gente que cree tener la razón absoluta, ya sea con sus máquinas o sus ideas. Y para todos aquellos que no pueden vivir sino en el diálogo y la amistad de los hombres, este silencio es el fin del mundo”, El maniqueísmo impide la interacción, todo fundamentalismo nos lleva a las peores manifestaciones de la irracionalidad en donde no hay cabida para la pluralidad y la diferencia.
El premio Nobel de literatura que nos dejó de manera prematura, siempre apostó con sus obras al humanismo, a la confianza en la parte noble del ser humano en donde la mezquindad se soslaye con el diálogo y fraternidad sin lo cual no podemos apostar a una existencia pacífica. En otras entregas retomaremos las reflexiones que visibilizan el sentido ético de la existencia como la forma ineludible de afrontar los escenarios complejos de las relaciones humanas.
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Profesora Investigadora UAM Cuajimalpa. @uamcuajimalpa, @Yo_SoyUAM