La llegada de Claudia Sheinbaum Pardo a la presidencia de México marca un hito histórico. Sin embargo, su reto no solo será gobernar, sino proyectar una imagen sólida y contundente en nuestro país, así como en el ámbito internacional. Uno de los aspectos que deberá trabajar con urgencia es su tono vocal.

La voz, como principal herramienta de comunicación, puede consolidar el liderazgo de una política y Sheinbaum debe pulirla para generar el impacto necesario.

En el inicio de un sexenio marcado por la continuidad de la multi mencionada “Cuarta Transformación”, Claudia Sheinbaum tiene una tarea que va más allá de las políticas públicas: proyectar su voz de manera efectiva.

Su discurso del 1 de octubre ante el Congreso de la Unión y la nación, cargado de simbolismo y mensajes poderosos principalmente en favor de las mujeres y la cultura de la inclusión, dejó claro que la proyección vocal será fundamental en su mandato. Sin embargo, si se desea que su liderazgo sea percibido con la misma fuerza dentro y fuera de México, será necesario trabajar su tono y presencia vocal.

A lo largo de su carrera política, Sheinbaum ha mostrado una oratoria clara y precisa, pero el contexto internacional, donde competirá con líderes acostumbrados a dominar el escenario global, requiere un ajuste.

Especialistas en locución y fonología pueden ayudarla a mejorar su resonancia vocal, trabajando en una articulación más precisa y una mejor proyección diafragmática, todos, aspectos clave para que sus discursos, tanto en el país como ante audiencias globales, resuene con el impacto necesario.

El control de pausas y una entonación que destaque palabras clave también debe ser trabajado con esmero.

Momentos decisivos en los que debe inspirar y convocar a la acción, como su llamado a “seguir haciendo historia”, requieren una voz que proyecte autoridad y seguridad, sin perder la emotividad.

Hagamos un repaso de la historia reciente, donde varias mujeres políticas han comprendido la importancia de ajustar su tono de voz para proyectar autoridad, confianza y empatía.

Margaret Thatcher es quizás el ejemplo más icónico de este fenómeno. En los años 70, la «Dama de Hierro» del Reino Unido trabajó con entrenadores de voz para hacer su tono más bajo y profundo, buscando una entonación más firme en un entorno político dominado por hombres. El cambio le permitió no solo ganar respeto, sino consolidar una imagen de seriedad y fortaleza que definió su mandato.

Angela Merkel, la ex canciller de Alemania, es otro ejemplo de una figura política que, a lo largo de los años, perfeccionó un tono tranquilo y controlado. Su voz, sin estridencias, proyectaba estabilidad y confianza, cualidades que resonaron tanto dentro de Alemania como en la escena internacional.

De manera similar, Hillary Clinton también ajustó su voz a lo largo de su carrera política. En sus primeras campañas, se le criticaba por un tono demasiado agudo, pero con el tiempo aprendió a suavizar su entonación para conectarse mejor con las audiencias, evitando sonar agresiva.

Kamala Harris, actual vicepresidenta y candidata presidencial demócrata de los Estados Unidos, también ha trabajado en su proyección vocal. En momentos clave, como debates o discursos públicos, Harris ha ajustado su tono para sonar más firme, lo que ha reforzado su presencia en la política internacional.

En América Latina, Cristina Fernández de Kirchner, expresidenta de Argentina, también ha modificado su estilo. Su voz, que en los inicios de su carrera política era más apasionada y confrontativa, ha evolucionado hacia una entonación más diplomática, especialmente en escenarios internacionales.

El ajuste en el tono de voz no es un cambio superficial, sino una estrategia que refleja la capacidad de adaptación de estos líderes a las exigencias de sus roles. La voz es, después de todo, una herramienta crucial en la política, capaz de transmitir autoridad, confianza o empatía según la ocasión.

Los siguientes seis años ofrecen la oportunidad para que la presidenta Sheinbaum, no solo deje huella política, sino también un recuerdo de trascendencia sonora en la memoria de las y los mexicanos con su voz. Esto garantizará, sin duda, que sus palabras, ya de por sí cargadas de contenido y significación, se escuchen con la firmeza y claridad que México requiere.

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