Por: Michel Chaín
Desafortunadamente, ya entrados en el Siglo XXI sigue siendo una obviedad señalar que, en países como México, las mujeres sufren una serie de violencias, vejaciones, discriminaciones y barreras que la gran mayoría de los hombres tenemos tan normalizadas, que no sólo no los vemos, sino que ni siquiera nos pasan por la cabeza. Sin embargo, cuando algo nos “abre los ojos” -en mi caso, el que mi madre tuviera que hacerse cargo de mi hermano y de mi sin contar con el apoyo de una pareja-, creí que sería natural que los hombres también nos activáramos para reducir las brechas entre los sexos, pero me equivoqué de cabo a rabo. Lo brechas perduran y se recrudecen en lo relacionado al empoderamiento económico de las mujeres, dadas tres razones que, en #CincoPuntos abordamos: 1) porque las barreras a la participación femenina en la economía es un lastre para que el crecimiento de la economía y eso nos afecta a todas y todos; 2) porque si las mujeres no son capaces de hacerse cargo financieramente de sí mismas, y muchas veces de otros miembros de su familia que dependen de ellas, no rompen el círculo vicioso de sumisión y violencia, por vil necesidad; y 3) por la enorme hipocresía con la que, como sociedad, decimos que atendemos este fenómeno pero en realidad no lo hacemos.
- Violencia y brechas. En un dato digno de escándalo, la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares 2021 (ENDIREH) del INEGI señala que, a nivel nacional, del total de mujeres de 15 años y mayores, el 70.1 % han experimentado al menos un incidente de violencia (psicológica, económica, patrimonial, física, sexual o discriminación). En términos de disparidad en el acceso a las actividades remuneradas, durante el 4to. trimestre de 2023, en México el 76.4% de los hombres eran económicamente activos -o tenían la capacidad de generar ingresos- y tan sólo el , en comparación con el 46.5% de las mujeres; esta disparidad es aún peor en las actividades primarias: de acuerdo con el Censo Agropecuario 2022, de 11,120,516 personas ocupadas permanente, sólo 23.6% son mujeres y 76.4 %, a hombres.
- También es un trabajo de hombres. Si una crítica se le puede hacer a muchos de los esfuerzos de las mujeres para acceder a un mayor empoderamiento económico, es que la vorágine de sus dinámicas conceptuales e ideológicas parece hacerlas olvidarse de sus contrapartes productivos: los hombres. De manera inevitable, lograr nuevas y más justas condiciones para la participación económica de las mujeres, requiere que los hombres trabajemos para cambiar las condiciones en las que estamos acostumbrados a chambear y, para lograrlo, se necesitan de “nuevas masculinidades”.
- Techos de cristal y pisos pegajosos. En los mundos ejecutivos y emprendedor, se dan formas de discriminación muy específicos: los “techos de cristal” que, supuestamente no existen, pero que en los hechos impiden que las mujeres accedan a los cargos corporativos más altos en la misma proporción en la que lo hacemos los hombres; y los “pisos pegajosos”, que impiden a las mujeres comenzar a materializar sus ambiciones, donde el ejemplo paradigmático es el esfuerzo que hacen las familias para que el hijo pueda poner su negocito y a la hija no la toman en serio y, en consecuencia, no le dan pero ni cinco minutos de atención a su proyecto emprendedor.
- La empresas, exhibidas. En un trabajo recién publicado por el IMCO, titulado “Mujeres en las empresas 2024. Las brechas persisten”, el Instituto a cargo de Valeria Moy pone en el dedo en la llaga al señalar que, pese a los anuncios y muestras de solidaridad, de 200 empresas listadas en la Bolsa Mexicana de Valores únicamente 9 tienen a una mujer presidiendo su consejo de administración, 24% de los consejos están compuestos exclusivamente por hombres y, en cuanto a las “direcciones relevantes” -la Dirección General, la financiera y la jurídica-, 73% de las empresas no cuentan con mujeres encabezando ninguna de éstas y en las de los sectores de Energía y Telecomunicaciones, de plano, no hay registro de mujeres encabezándolas, mientras que en Salud y Servicios Públicos su participación ronda el 30% y 25%, respectivamente.
- ¿Y el mundo? En contraste con la realidad mexicana, a nivel mundial la participación de mujeres en consejos de administración aumentó, en promedio, de 10% en 2003 a 27% en 2022, según datos la OCDE citados por el IMCO. Sin embargo, y a pesar de este avance, ningún país ha logrado alcanzar la paridad de género en los consejos de sus empresas, aunque hay casos como los de Nueva Zelanda (46%), Francia (45%) o Islandia (45%), que se acercan a lograrlo.
Hacernos mensos diciendo, de dientes para afuera, que como sociedad hacemos algo para reducir las brechas económicas entre mujeres y hombres, y no hacerlo, no sólo está moralmente mal por donde se le quiera ver ¡también es económicamente suicida! Siempre las hemos necesitado tomando decisiones en las empresas, ya que de por sí son quienes toman la gran mayoría de las decisiones de consumo en nuestros centros urbanos, pero en la coyuntura actual no estamos como para despreciar, por el prurito del sexo, al 51% del potencial para producir, innovar y dinamizar la economía de esta casa común, que compartimos todas y todos, y que se llama México.