Por: Michel Chaín

 

Recientemente comencé a ver la segunda temporada de una serie, con Nicole Kidman y Zoe Saldana, llamada “Lioness” que trata sobre las operaciones especiales de los EE.UU. fuera de su territorio y, a diferencia de la primera que se desarrolló en el mundo árabe, esta nueva temporada sucede en territorio mexicano y, al parecer (apenas voy dos capítulos), con el gobierno de Beijing siendo el verdadero villano tras las acciones de los cárteles de las drogas en suelo estadounidense.  Si bien la serie es vil ficción, no deja de ser de interés en la actual coyuntura, la posición de México en el T-MEC y tanto las posiciones adoptadas por el próximo gobierno de Donald Trump como las reacciones que éstas han provocado en el de Trudeau.  Todo lo anterior, toma un cariz especial dado lo poco que en México se sabe de China y la cantidad de mitos y mentiras con las que se llena ese vacío en la opinión pública nacional.  Para quitar los velos de ignorancia, buscando cerrar el año de la manera más informada posible, los #CincoPuntos de esta semana buscan ayudar a demostrar que México, no está en chino.

 

  1. China vs. Occidente. De acuerdo con la explicación que ofrece Yuval Noah Harari en su compendio de la historia de la humanidad, vista desde occidente, “Sapiens” el choque entre China y Occidente (Europa, los EE.UU. y sus zonas de influencia, incluida Latinoamérica y, desde luego, México) comenzó hace unos 500 años cuando siendo China una potencia económica, militar y tecnológica muy superior a Europa, no se expandió más allá de del sudeste asiático (como tampoco lo hizo Turquía, la otra gran potencia asiática de la época), dejando el campo libre a que fueran los europeos quienes se hicieran del control de América así como de buena parte del mundo, comenzando la época del imperialismo, la primera revolución industrial que le dio a Europa las ventajas organizativas, financieras, tecnológicas y militares para el establecimiento de la “pax británica” y la derrota de China en las llamadas “guerras del opio” -siglos XVIII y XIX- forzándola a abrir su mercado al comercio con occidente, además de cederle territorios como Macao o Hong Kong.
  2. Estabilidad y crecimiento, 2da. mitad del Siglo XX e inicio del XXI. Pese a que China fue uno más de los aliados de los EE.UU. durante la 2da. Guerra Mundial, el perfil comunista y la cercanía con la URSS de la República Popular de China, llevó a Washington a desconocerla y, en su lugar, reconocer como la República China a la establecida en la isla de Taiwán (conflicto vigente en la actualidad).  Sin embargo, los desencuentros entre China y la URSS llevaron a un acercamiento entre Beijing y Washington desde 1972, que se extendió durante toda la “guerra fría” y continuó después del colapso de la URSS.  Durante esta etapa, las buenas relaciones diplomáticas, fortalecieron el comercio y la colaboración entre ambos países, lo que permitió que China girara su política hacia un “capitalismo de Estado” lo que, a su vez, detonó su industrialización y crecimiento económico (en los últimos 30 años, la economía china creció a un ritmo cercano al 10% anual) y posicionó al gigante asiático como uno de los principales proveedores de la economía más grande del mundo: los EE.UU.
  3. Pero todo dura, lo que dura… En la actualidad, con 1,425 millones de habitantes, China es el segundo país más poblado del mundo, detrás de la India que tiene 1,441 millones de habitantes. En términos económicos, la época del crecimiento acelerado ya se terminó y, desde el 2010 el crecimiento chino paso de los dos dígitos a crecimientos anuales menores al 10 % y, para este 2024 los funcionarios chinos hablan de un muy optimista 5%.  En este sentido, de acuerdo con la estimación del PIB que realizó el Fondo Monetario Internacional (FMI) para 2023, con $17,700,899  millones de dólares norteamericanos (USD), China es la segunda economía más grande del orbe, detrás de los Estados Unidos, que registran $26,949,643 millones de USD,  En este sentido, y pese a los 30 años de crecimiento acelerado y de posicionarse como un actor clave en el ajedrez geopolítico mundial, en la estimación del PIB per cápita o por habitante que realiza, nuevamente, el FMI para 2024, el de China es de $13,136 USD anuales mientras que el de México es de $15,249 USD anuales, lo que significa que, en promedio, cada mexicana o mexicano es $2,113 USD más rico que la china o el chino promedio. ¿Quihúbole?
  4. El relanzamiento chino llegó a LATAM. Tal como lo relatara Marco Polo, la “ruta de la seda” fue una red de rutas comerciales que conectó a China con África, Europa y el resto de Asia desde el 130 a.C hasta 1,453 d.C.  En la actual, y dada la caída de la demanda del mercado interno chino, se ha denominado “nueva ruta de la seda” o Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI al proyecto de crear una red de infraestructura logística que conecte a Asia, Europa, África y, ahora también, a América Latina con el objetivo de mejorar la conectividad y el acceso de China en los mercados mundiales para, de esta manera, asegurar la influencia geopolítica de Beijing.  En este sentido, el incremento de la presencia de China en prácticamente todo el mundo obedece a una estrategia deliberada, que busca ampliar el mercado para los productos del gigante asiático y recuperar las tasas de crecimiento superiores al 10% anual.  De igual manera, explica que, con excepción de México, China se haya posicionado como el principal socio comercial del resto de Latinoamérica y sea el segundo proveedor de la economía norteamericana después, precisamente, de México.
  5. China en México. Si bien por geografía, integración cultural, intercambios poblacionales, comercio y, desde luego, el hecho de conformar, junto con Canadá y México, el bloque de América del Norte, la relación con los Estados Unidos es, por mucho, es la alianza más importante a la que México como país puede aspirar.  Si bien, en términos comerciales, la economía mexicana es dependiente de los EE UU. ($8 de cada $10 USD que exportamos es al mercado norteamericano), el país también goza de una muy interesante dinámica comercial con China, de donde importamos el 20% de la canasta de productos que cada año le compra México al resto del mundo y cuya inversión en México, desde enero de 1999 a junio de 2024, alcanza los $2,244 millones de USD, siendo $1,659 millones de USD nuevas inversiones, $379 millones de USD cuentas entre compañías y $206 millones de USD reinversión de utilidades.

 

Una vez que se analizan los datos duros, y no nos dejamos llevar por los “otros lados”, China por ser distinta del retrato que las fuentes de desinformación nos pintas.  Aún más importante, la influencia comercial de China ya está presente tanto en el marcado norteamericano como en el mexicano y sus inversiones, productos y marcas son algo cotidiano en la vida de los habitantes de Norte América, ya sea que se traten de canadienses, estadounidenses o mexicanos.  En este sentido, y aunque no se coincida con la visión mercantilista, de corto plazo y que persigue agendas privadas del muy estridente Donald Trump, hay que recordar que tanto en la teoría económica como en la evidencia histórica, las sociedades que participan del comercio son más ricas, tienen menos mitos y dogmas al momento de entender otras regiones y culturas y, como consecuencia, suelen resolver sus problemas sin tener que recurrir a la violencia y la guerra.  Y, si no me creen, sólo hay que preguntarse por qué los conflictos bélicos en Europa posteriores a la 2da. Guerra Mundial ya no son entre alemanes, francés e ingleses, que sí participan en el comercio internacional, pero sí se presentan en el área de influencia de la otrora URSS, donde el régimen gobernante en Rusia le sigue teniendo miedo al comercio y las libertades.

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