La voz es más que sonido, es memoria, emoción y verdad
Desde tiempos antiguos, la palabra ha sido vehículo de consuelo y catarsis, pero hoy la realidad en la comunicación oral donde todo se hace y se dice tan rápido, contribuye a que la expresión humana se pierda y se esfumen los más sublimes mensajes que bien podrían expresarse de forma sonora.
A esto podemos agregar que las plataformas digitales y las nuevas tecnologías de la información hacen que la voz sea cada vez menos utilizada.
Entonces ¿Qué lugar ocupa la voz humana en su forma más pura?
La psicología emocional ha intentado descifrar los laberintos internos de nuestras reacciones para ayudarnos a comprender y regular lo que sentimos, surgiendo también lo que se conoce como “locución emocional”, que no es solo una técnica para los profesionales de la radio, sino que se convierte incluso, en un acto de humanidad.
La psicología emocional estudia la manera en que experimentamos, regulamos y expresamos nuestras emociones, en tanto que nos ayuda a comprender por qué sentimos lo que sentimos y cómo transformar esa energía en algo constructivo.
Ésta práctica profesional de los especialistas en psicología, se basa en teorías que van desde la evolutiva de Charles Darwin o la teoría de la emoción de James-Lange, hasta la de la evaluación de Richard Lazarus y otras más que incluyen la teoría de la evaluación cognitiva y de forma más contemporánea, la teoría de la retroalimentación facial.
Todas coinciden en un punto donde las emociones no son un accesorio del pensamiento, sino su motor, por lo que aplicar esta idea a la locución es entender que la voz no es solo aire vibrante; es el eco de nuestra esencia.
En tanto, la locución emocional es la capacidad de transmitir sentimientos a través de la voz, apelando tanto a la autenticidad como a la naturalidad y aunque aún no hay teóricos que consideren la locución emocional como materia de estudio, sí es pertinente mencionar a Paul Ekman, psicólogo, investigador y profesor estadounidense considerado pionero en el estudio de las emociones y su expresión facial, quien desde la década de los años 70 en el siglo pasado, consideró que las emociones son universales y tienen un origen biológico, señalando 7 básicas: miedo, tristeza, ira, felicidad, sorpresa, asco y desprecio.
En 1995, Daniel Goleman, psicólogo, periodista, escritor y divulgador científico, famoso por su libro “Inteligencia Emocional” señaló que hay 6 emociones básicas: miedo, tristeza, ira, felicidad, sorpresa y aversión.
Aplicado por un profesional de la voz, esto significa no solo “comunicar”, sino “conectar”. La modulación vocal (ritmo, tono, volumen y timbre) hacen distinción entre la indiferencia y la emoción, entre un discurso vacío y una historia que estremece.
Las pausas, los silencios estratégicos, la respiración consciente y el énfasis en ciertas palabras se convierten, más que en un mensaje, en una experiencia.
Pero la voz no solo es poderosa para el público, también lo es para todo aquel que tiene el privilegio de hablar.
De tal forma que aquí le dejo a los profesionales de la locución y la psicología, un término que pocos utilizan: “Locución Bioemocional”, donde se pueda proponer un enfoque terapéutico que incluya técnicas de respiración profunda, relajación muscular y gestión del estrés, permitiendo que la voz fluya con mayor claridad y seguridad.
La palabra hablada puede ser un espejo del mundo interior y, al mismo tiempo, una herramienta para sanarlo.
Y pues, para quienes gustan de utilizar la inteligencia artificial para replicar el sonido de una voz, es importante sepan que jamás podrán igualar el peso de una pausa cargada de significado, la calidez de un susurro que consuela o la fuerza de una entonación que motiva.
La voz humana es irremplazable porque nace de una historia única e irrepetible: la de quien la emite.
Y tal como el filósofo Jean-Paul Sartre dijo que “el hombre está condenado a ser libre, pues no puede escapar de su responsabilidad de elegir”, cada quien es libre de seleccionar sus palabras antes de pronunciarlas, pero también puede proclamar de forma consciente, con intención y propósito, la forma en que las dice.
Aprender a manejar la voz es aprender a manejar nuestras emociones y con ello, nuestra relación con el mundo.
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