En el capítulo de la semana pasada hicimos referencia al impacto económico que significo al cancelación del NIACM que sería construido en Texcoco, cuyo costo preliminar por su cancelación, según datos arrojados por la auditoría que practico la Auditoría Superior de la Federación (ASF) en 2021, fue del orden de $331, 996,517 de pesos. Cifra que representó un 232% al cálculo inicial del gobierno de López Obrador. Esto sin sumar el costo que represento la construcción del aeropuerto Felipe Angeles (AIFA).
La cancelación del aeropuerto de Texcoco fue el inicio de lo que podría llamarse una nueva política de administración de los aeropuertos públicos comerciales a través del sector militar, entiéndase la SEDENA y SEMAR. Es decir el ejército y los marinos. Esto porque la construcción y operación del AIFA, como ya se ha dicho, fue otorgada al SEDENA. Que de acuerdo con datos oficiales tuvo un costo de 75 mil millones de pesos. Esta cifra ha sido cuestionada por la secrecía con la que se manejan los datos presupuestales, a los que se le han dado el atributo de seguridad nacional. Desafortunadamente la transparencia de las cifras no ha sido el factor predominante. De ahí las dudas que genera el costo real del AIFA. Se afirma también que el AIFA costo mucho menos que lo que iba a costar el de Texcoco. Pero, en todo caso, no podrían compararse los datos porque las características técnicas de los aeropuertos, AIFA y NAICM, eran en gran medida distintas y esto necesariamente repercutía en el costo de construcción de ambas terminales. Por otra parte, el AIFA en este momento, en lo que se refiere a la infraestructura de la terminal aérea solo tiene construida una parte. Podría señalarse que solo esta edificada la mitad. El plano de diseño precisa dos grandes edificios y a la fecha solo esta construido solo uno de ellos. Falta el “edifico espejo” como lo denominan con referencia al construido. A este “edificio espejo” habría que adicionarle plataformas de estacionamiento de las aeronaves o posiciones de atraque, calles de rodaje y toda la infraestructura fija y móvil que se va a requerir cuando se decida su construcción.
El AIFA se construyó entre 2019 y 2022. Efectivamente en tiempo record, pero tampoco puede compararse con el tiempo previsto para la construcción del NAICM. Son dos proyectos de magnitudes diferentes. En este inter, es decir entre 2019 y 2022, el gobierno de López Obrador fue configurando el traslado de los aeropuertos comerciales que operaba ASA a SEDENA, SEMAR y al Grupo Aeroportuario Turístico Mexicano de carácter privado de nueva creación, de capital portugués. Y con este “traslado de operación” de los aeropuertos, se lleva a cabo la modificación o reestructuración de la red aeroportuaria en México, de como venía funcionado en los últimos 25 años.
Todavía es motivo de discusión las razones que tuvo el gobierno de López Obrador para trasladar los aeropuertos de ASA a las fuerzas armadas. El expresidente en su momento adujo o pretendió justificar que uno de los factores era la seguridad. Razón cuestionable porque no existe registro alguno antes de esa decisión que pusiera en tela de juicio la seguridad de dichos aeropuertos, independientemente de la región en la que están instalados. En todo caso existían y existen protocolos de seguridad en los aeropuertos que por Ley son responsabilidad de quien operaba los aeropuertos, además de disponer en su momento del apoyo de la extinta Policía Federal, después la Guardia Nacional que la sustituyó y, en muchos casos, en los aeropuertos existían dentro de sus instalaciones agrupamientos militares, para garantizar, precisamente, la seguridad en la operación de los aeropuertos, principalmente contra el tráfico de drogas. Seguiremos “desmenuzando” el traslado de los aeropuertos a los militares en la siguiente entrega y consecuencia, en la practica, el desmantelamiento de ASA.