En el momento más vulnerable de su carrera, Aitana presenta este viernes Cuarto Azul, un álbum profundamente personal con el que se adentra en terrenos musicales y emocionales que hasta ahora no había explorado. Dividido en dos partes, el disco actúa como una suerte de diario íntimo, reflejo de una etapa marcada por la ansiedad, la tristeza y una ruptura sentimental.

«De todo lo que se dijo tras el documental (Metamorfosis), lo que más me dolió fue lo de mi padre», confiesa la cantante en una entrevista con EFE. Su relación con él, lejos de estar marcada por el halago, se basa en una sinceridad que Aitana valora profundamente. “Quiero que me diga si una canción no es buena, porque esa es la manera honesta en la que nos comunicamos”, asegura.

Fue precisamente a su padre a quien llamó cuando, en noviembre, sintió que ya no podía más. “Le dije que quería ir al psiquiatra, que no podía levantarme de la cama. Él vino de inmediato y dijo al equipo: ‘Mi hija no va a trabajar este mes, y si hace falta, tampoco los 234 que vengan después’”, recuerda con emoción.

De las más de 70 maquetas que grabó durante ese proceso, 19 llegaron a formar parte del disco, con colaboraciones de artistas como Myke Towers, Jay Wheeler, Danny Ocean o Ela Taubert. Para Aitana, este es su trabajo más arriesgado: “Es la primera vez que salgo de mi zona de confort. Me he exprimido al cien por cien y no sé qué más hacer”.

 

Entre la sombra y la luz

Cuarto azul (Universal Music) podría dividirse en dos álbumes distintos. La primera parte es un viaje a través de la melancolía, la angustia y el duelo —incluido el de su abuelo, a quien nunca conoció—, con baladas como Música en el cielo o la propia Cuarto azul, marcadas por la depresión que atravesaba mientras las componía.

“No sentí pudor al hablar de mi vida, incluso de mi relación fallida con Sebastián Yatra. Al final, cuando no contaba nada, igual se inventaban historias. Así que, si alguien va a contar mi vida, prefiero ser yo”, afirma. Aitana defiende su derecho a hablar de lo que quiera, cuándo y cómo quiera: “Me da vergüenza que me paren por la calle a preguntarme. No me niego a hablar de mi vida, pero lo haré en mis términos: en mis redes, en mi documental, donde yo decida”.

La segunda mitad del disco es un contraste: luminoso, vibrante y nostálgico. Canciones como Conexión psíquica y Superestrella aportan una energía más pop, incluso con toques de ABBA, y La chica perfecta, un tema junto a Alaska, se convierte en una declaración de intenciones. “Si no era con ella, no la sacaba. Esa canción rompe con la imagen de perfección que yo misma intenté cumplir. Me cansé de querer ser esa chica”, reconoce.

Aitana también responde a quienes aún la ven como una figura fabricada por la industria o bajo el control de su padre. “Mi padre creció en el campo, empezó a trabajar a los 12 años y sostenía a su familia. Sabe lo que es no llegar a fin de mes. Por eso me insiste tanto en que entienda el valor del dinero”, explica.

La artista cerrará este capítulo con varios conciertos clave, entre ellos el del 19 de julio en Barcelona y los del 30 y 31 de julio en Madrid, que pondrán fin a la etapa de Metamorfosis. Con Cuarto azul, Aitana no solo muestra una nueva faceta artística, sino que también toma el control absoluto de su narrativa.

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