Rodrigo Jaspeado: “Hay que ser entrones, con ambición por hacer un buen proyecto… el de vida”
Por Joel Paredes
Fotografía: Brenda Pérez
Dentro del amplio abanico de posibilidades profesionales que ofrece la arquitectura, algunas rutas capturan la atención desde la etapa formativa y acaban moldeando una manera particular de entender —y construir— la ciudad.
El arquitecto Rodrigo Jaspeado conversa con este medio sobre sus primeros acercamientos a la disciplina, su tránsito a la vida profesional y su constante esfuerzo por difundir y ejercer una arquitectura con sentido y propósito.
Arquitectura como vocación
“Supongo que es algo que uno trae dentro, una inquietud”, dice Jaspeado al recordar el momento en que decidió estudiar arquitectura. Fue una invitación a un congreso lo que marcó el rumbo: “Ahí comprendí que mi interés por la arquitectura superaba al de artes plásticas, que también llamaba bastante mi atención”.
Desde entonces, su visión del arquitecto ha trascendido el título: “No basta con tenerlo. Lo que hace al arquitecto es su entusiasmo, su motivación por mejorar lo que no ve bien. Cuanto más pujante sea uno por alcanzar sus objetivos, mejor arquitecto será”.
Academia y formación crítica
Aunque ya no da clases de manera regular, Jaspeado sigue vinculado a la academia como jurado invitado o impartiendo talleres. Durante 22 años fue profesor, iniciando como adjunto en la materia de Geometría Descriptiva y luego como titular de Proyectos junto a Ezequiel Aguilar.
Reconoce que al principio era escéptico respecto a los profesores jóvenes, pero con el tiempo cambió de perspectiva: “Hoy veo que cada quien puede aportar desde su trinchera, desde lo que ha cosechado con el pasar de los años, si es que claro, hay qué cosechar”.
También hace un llamado a actualizar los enfoques de enseñanza: “Hoy que abunda la información, el reto es saber administrarla. La academia debe preparar no solo arquitectos, sino personas capacitadas para el contexto social y tecnológico actual”.
Una mirada crítica a la arquitectura en Puebla
En cuanto al panorama arquitectónico local, Jaspeado es directo: “Podría decir que está en un hoyo negro, en un sitio del que por más que intenta no ha podido salir. No hay una arquitectura contemporánea poblana clara”. A su parecer, la cercanía con la Ciudad de México ha dispersado la identidad arquitectónica regional: “Tratamos de imitar lo que allí sucede, en lugar de reinterpretar nuestra propia historia, como sí ocurre en Yucatán o Oaxaca”.
Iniciativas que dan forma
Rodrigo Jaspeado ha participado activamente en plataformas de difusión cultural y arquitectónica. Una de ellas es Plataforma, iniciativa que reúne a más de 40 equipos creativos en una casa del Centro Histórico: “Fue una experiencia muy enriquecedora. A nosotros nos invitó Luis Rodrigo González, quien hizo posible esta gran gestión”.
Además, ha estado detrás de exposiciones como “Mudar la piel”, que organizó junto a Gustavo Ramírez, y que reunió a 30 despachos y diseñadores poblanos: “Estos espacios no solo exponen lo que está pasando en nuestro contexto, también revalorizan el trabajo del arquitecto y el diseñador”.
Aunque reconoce esfuerzos como los del Museo Amparo y la misma Plataforma, Jaspeado considera que estas muestras aún no son suficientes: “Ahora nos toca a nosotros visitar e incentivar el desarrollo de más exposiciones como estas en nuestra ciudad”.
A los jóvenes arquitectos…
Al finalizar la charla, deja un mensaje claro para quienes se inician en la profesión:
“Que su ejercicio profesional lo orienten con responsabilidad humana y social. Hay que pensar en las necesidades del habitante más que en la apariencia del proyecto. Si se responde bien a lo primero, lo segundo vendrá solo”.
Y concluye con una reflexión que trasciende la arquitectura:
“Hay que ser entrones, echados para adelante, con ambición por hacer un buen proyecto… el más importante de todos: el proyecto de vida de cada quien”.
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