Afirmar que en México hay pobreza, raya en lo obvio. Desde la consumación de la Independencia hasta el Siglo XXI, pasando por la Reforma o la Revolución, amplios sectores de la población mexicana han carecido de lo mínimo para sobrevivir y trascender su condición de precariedad. En este sentido, más allá de las buenas intenciones, el Siglo XX fue el de nuestro fracaso, como sociedad, para combatirla de forma eficaz.
Sin embargo, ha finales de ese mismo Siglos, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social (CONEVAL) revolucionó la forma de entender, medir y combatir la pobreza en México, mediante la generación de una metodología diseñada exprofeso para el país que, además del ingreso, incorporó al concepto de pobreza el acceso a seis satisfactores básicos (educación, servicios de salud, seguridad social, calidad y espacios de vivienda, servicios básicos de vivienda y alimentación) sin los cuales difícilmente las y los mexicanos pobres pueden trascender su condición de marginalidad.

Con la llegada de la autodenominada 4T al Poder, y lo que parece un cambio de régimen en México, buena parte de los organismos autónomos, como el CONEVAL, ya desaparecieron, perola metodología de “pobreza multidimensional# ya referida sobrevivió al Consejo que la creó y el pasado 13 de agosto, por primera vez, correspondió al INEGI utilizarla para medir la pobreza , dando a conocer resultados excepcionalmente positivos; la población en condición de pobreza pasó del 43.2% de la población (46.8 millones), en 2022, al 29.6% (38.5 millones), en 2024. Estos resultados son los niveles más bajos de pobreza en el país desde que se adoptó la metodología.

En términos generales, esta reducción de la pobreza se explica por el aumento en el salario mínimo y la reducción de la población con ingresos inferiores a las líneas de pobreza, que pasó del 43.5% de la población en 2022 al 35.4% en 2024. Curiosamente, las transferencias de los programas sociales de la 4T contribuyeron, únicamente, con una reducción del 3.5% en los niveles de pobreza.
¿Esto significa que como país ya la hicimos y la pobreza quedó atrás? Desafortunadamente no. Dentro de los buenos resultados hay señales de alerta que, de no atenderse, pueden poner en riesgo lo avanzado.

La primera es que el aumento en los ingresos no estuvo acompañado por una mejora similar en el acceso a los servicios sociales básicos, pues la cobertura en educación y seguridad social es prácticamente la misma desde 2018 (no se mida su calidad) y, pese a una mejora en salud en 2024, el acceso no se ha repuesto de la brutal caída que significó la desaparición del Seguro Popular y el fallido INSABI.

El segundo, y quizá más complejo, es la sostenibilidad en el tiempo del aumento en el ingreso, pues el avance reportado se dio en un entorno de no crecimiento económico en México, por lo que obedece a razones meramente redistributivas y, de no lograr un mayor dinamismo económico, más temprano que tarde alcanzará un punto, a partir del cual, los eventuales aumentos en el salario mínimo podrán ser contraproducente porque, ante la imposibilidad de pagarlos y seguir siendo rentables, la planta productiva comenzará a transferir a mexicanas y mexicanos con empleo formal a puesto informales lo que, a su vez, reducirá aún más el acceso a servicios sociales básicos, de suyo castigados, como la salud o la seguridad social.

Finalmente, y dado que no se puede olvidar a la querencia, el INEGI reportó que en el Estado de Puebla hay 2.8 millones de personas en condición de pobreza multidimensional, lo que equivale al 43.4% de la población total de la entidad. En términos absolutos, es el cuarto estado con más pobres en el país por debajo sólo del Edomex (5.5 millones), Chiapas (3.8 millones) y Veracruz (3.6 millones), mientras que en términos de porcentaje de la población ocupó el 5to. lugar detrás de Chiapas (66.0%), Guerrero (58.1%), Oaxaca (51.6%) y Veracruz (44.5%).

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