Como cada año, miles de peregrinos avanzan a pie, en bicicleta, autobús o a caballo rumbo a la Basílica de Guadalupe, en la Ciudad de México, para su festejo anual, el 12 de diciembre.
Entre ellos se encuentra Fernando López para quien esta peregrinación tiene un significado especial debido al reciente fallecimiento de su padre, Rigoberto López Ramírez, quien por primera vez en muchos años no podrá visitar a la Virgen del Tepeyac.
Fernando, originario de San José Cuyachapa, continúa con la tradición familiar junto con sus amigos y alrededor de 300 personas provenientes de distintos municipios de Veracruz, como Orizaba, Santa Ana Atzacan, Maltrata, La Estancia y Loma Grande.
“Mi padre comentó en vida: ‘cuando ya no esté, que le siga el que está atrás, y así siempre’”, recuerda Fernando con voz entrecortada.
Sobre la autopista México–Puebla es posible observar a los contingentes avanzando. En varios tramos se aprecian campamentos improvisados donde los peregrinos descansan, comen y se organizan para continuar su recorrido hasta llegar a venerar la imagen de la Virgen de Guadalupe.
Otro de los miles de participantes es José Pérez Olivares, originario de Loma Grande, Veracruz. Explica que en su parroquia cada año se lanza una invitación abierta para los pueblos y comunidades cercanas, por lo que a su contingente se han sumado habitantes de La Perla, San Miguel y otras localidades.
“A veces nos toca servir, otras cocinar o manejar; cada año es distinto”, narró durante uno de los descansos a un costado de la planta armadora automotriz de Volkswagen en los que esperaban a compañeros rezagados.
Llenos de fe y con un propósito firme, miles de personas sortean dificultades y largas jornadas para arribar a la Basílica de Guadalupe, donde participarán en los festejos en honor a la Virgen el próximo 12 de diciembre.
























