“Así como una jornada bien empleada produce un dulce sueño, así una vida bien usada produce una dulce muerte.” (Leonardo da Vinci)

Justo cuando empecé a seleccionar los dulces de azúcar y las calaveritas para tu ofrenda, sentí una gran tristeza, y te empecé a extrañar tanto, y es que no sabía ¿Cuáles serían los que te gustarían?…no podía creer que algún día te estaría poniendo una ofrenda….a ti, que eras indestructible, que tenías tanta vida, tanta alma, tantas fuerzas, tanta fe…

Mis ojos se llenaron de lágrimas, pero tenía que comprarte algunos dulces. El primero que escogí fue un muertito muy tierno de color rosa, ese eras tú y lo colocaría al centro del plato. Después seleccioné varias frutitas…plátanos, mangos, calabazas y otras figuras más… También escogí cuatro pequeñas calaveritas de azúcar y tres de chocolate, a una se le cayó la flor de cabeza, pero aun así me la llevé y otra me la comí…-lo siento, es que se me antojo mucho-.

También te compré flores, cempasúchil y terciopelo, y las cargué con mucho gusto, porque en vida, siempre te di flores, no había 10 de mayo que no te diera yo un ramito de rosas. Recuerdo que sí te gustaban y las recibías con mucha alegría.

Mi papá te compró los cirios, esos que exclusivamente ponías en la ofrenda porque era tu costumbre familiar. ¡Ahhhh, pero cuántos cirios ponías en tus ofrendas!, eran tantos porque no podías olvidar a ninguna de tus muertitos, todos deberían llevarse su luz, -como era tu creencia-.

En el mercado vi un pan que nunca había visto, eran unos muertitos tipo galleta, la señora me dijo que eran de pilón con canela, estaban tan deliciosos que me llevé uno grande  y te lo puse en tu ofrenda.

Al otro día te puse hojaldra y mandarinas. También iré agregando más cosas para mi hermano Gabrielito, Fatimita, mi tía Chela, y a los demás muertitos a quien tú les ponías, amigos y familia.

Mamá, mi viejita linda, Camilita, te puse tu ofrenda porque tengo mucha ilusión  que me vengas a visitar, – no importa, aunque yo no te vea-, pero quiero que te vayas cargadita de varias cosas y te regreses al cielo, muy pero muy contenta.

Y es que francamente nadie está preparado para la muerte, ni para  quien la prepara… Recuerdo que hice mis preparativos para mi propio funeral, quise que fuera en un bosque, que mi partida no tuviera un escenario tétrico, sino que fuera llena de belleza, de naturaleza, de árboles, de olor a campo y  que mi ataúd fuera el más sencillo de simple de madera. Pero quién iba a decir que yo vería mi propio funeral, porque decidí que tu mamá Camila, que eso que prepare fuera para ti, ya hace 9 meses…. Fue tan hermoso, digno de ti.

Es grandioso ver cómo en México conmemoramos a la muerte, tanta luz, tanta magia, tantos colores, cuánta festividad, cuántos olores y sabores. Me parece que los mexicanos lo hacemos para que con toda esa belleza, se mitigue un poco nuestro gran dolor…

Pero insisto nunca estamos preparados para nuestra partida…Hace unos días vi un programa llamado “Finales Alternos” en HBO, donde las personas decidían que su funeral fuera una fiesta, o que sus cenizas fueran lanzado en un cohete, o hacer un funeral en vida para los enfermos en etapa terminal,  el caso más tétrico donde un señor enfermo decidió la hora y el día exacto de su partida por medio de una inyección donde su familia estuvo presente… Sin duda alguna en ningún caso la despedida termina siendo alegre, al contrario sigue siendo doloroso, triste irse de esta vida. E insisto no estamos preparados de la muerte.

Y no estamos preparados porque aún con tantas pruebas dolorosas, la vida no deja de ser maravillosa, un minuto maravilloso donde se haya logrado sentir la total felicidad y plenitud, vale más que todos los demás instantes, y como dicen…”la felicidad son solo instantes”. Y siendo honesta lo maravilloso de la vida está en lo más sencillo, en disfrutar de una mañana fresca,  en respirar el aire fresco, del cantar de las aves, de los majestuosos tonos del cielo, de la sonrisa de un hijo o de maravillarnos con sus primeros pasos, de conocer al primer amor… en fin está en lo más simple,  para quienes saben apreciarla.

Un par de ocasiones he sentido pavor porque mi vida ha sido tocada por la zozobra de creer tener una enfermedad, y es aterrador, cuando recibes el diagnóstico favorable, de manera instantánea ves la vida con otra óptica, la notas más hermosa, te sientes agradecida y bendecida por una nueva oportunidad…por hacer aquello que no has podido o que no te atreves…en pocas palabras, quieres seguir viviendo…

Así es mamá, la vida ya no es la misma sin tu presencia, la cocina ya no huele a diario con esos olores mágicos de tus guisos que cada día hacías, la familia ya no es la misma, tu lugar nunca nadie lo podrá ocupar, tus bromas, tus chistes, tus ocurrencias ya nadie las podrá decir, tu sillón está tan solo, y es que nunca más volverás a estar….

Por eso te puse una ofrenda, para recordarte, para repetir tus ritos, aunque no tus guisos –lo siento-. Y por favor cuando vengas alguna noche de estos días de muertos, susúrrame al oído, dime algo, porque yo cada una de estas noches espero ver algún destello de tu maravillo espíritu, pero por favor susúrrame algo….

Te extraño tanto mamá.

Atentamente

Vicky, tu hija la más pequeña.

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