Hay una máxima que dice que lo más difícil de ser presidente es ser ex presidente, mismo principio aplica a los ex gobernadores que después de gozar de las mieles del poder y tener a su disposición un verdadero “valet” que se encarga hasta de bolearles los zapatos, quisieran que éste se extendiera en el tiempo en forma indefinida. Solo así se explica porque dictadores y tiranos buscan perpetuarse en el poder sin importar lo que diga el pueblo que votó por ellos la primera vez y el partido que los llevó a ocupar el cargo público.
Esta es una de las razones por las cuales ante cualquier guiño que les hagan sus “amigos” de otros partidos e incluso sus adversarios políticos para continuar en el poder, buscan una justificación que les permita dar un salto cuántico para caer parados en otra posición igual o mejor que la que tenían, dejando atrás los principios y valores que juraron enarbolar al afiliarse a algún partido político, sin darse cuenta que muchas veces lo que están escuchando no es más que el “canto de las sirenas”, porque detrás de la invitación puede haber otro tipo de intereses.
Solo así se entiende que el gobernador de Sinaloa, de extracción priísta y cuyo mandato concluye el próximo 1° de noviembre, no haya rechazado el ofrecimiento de la embajada de México en España por parte del titular del ejecutivo para incorporarse al gobierno de la 4T, quien con el discurso de que “nos ha ayudado mucho” ha comenzado a reclutar a figuras políticas de otros partidos para incorporarlos a su gabinete o a alguna otra posición que les garantice cámaras y reflectores.
De lo que no se ha percatado el aún gobernador de Sinaloa es que al decir que sí será utilizado como ariete por parte de López Obrador para seguir exigiendo al gobierno de España, mejor dicho a la corona española, la disculpa pública por la conquista que sigue pendiente y que ha llevado a decirle soberbio al reino de España, sin reparar que el propio presidente de la República es de ascendencia española (de Cantabria) más que indígena, pero esa ha sido su bandera de lucha desde los tiempos en que comenzó a trabajar en el gobierno de Tabasco con los chontales y no tanto por la influencia de la Coordinadora de la Memoria Histórica que habita con él Palacio Nacional.
Además, si las cosas no salen como la 4T las tiene contempladas podrán argumentar que el culpable del fracaso fue el PRI, del que emanó el nuevo embajador y no Morena.
Con esta jugada, López Obrador busca debilitar a la oposición con miras a las elecciones del próximo año, así como a la revocación de mandato y obviamente la elección presidencial del 2024, además de confundir a los votantes a quienes, con unos cuantos programas sociales, de esos que reparten dinero en forma mensual y directa, los tendrá de su lado.
Este tipo de operación política nos recuerda que en el fondo el titular del ejecutivo no deja de ser priísta, aunque luego se queja de que el “pacto por México” requirió una inversión de muchos millones, igual que la “reforma energética” de Enrique Peña Nieto, que dicho sea de paso tiene en la cárcel a un ex senador panista.
De hecho, López Obrador criticó mucho que se “premiara” a ex gobernadores o ex titulares del gabinete con una embajada, pero eso es solo en el discurso porque cuando el ADN llama no hay mucho que hacer y actúa igual.
Lo difícil será saber a cambio de que los gobernadores renunciarán a sus partidos políticos para sumarse a la autodenominada 4T, más allá de seguir gozando del elixir del poder. Eso seguramente nunca lo sabremos de manera directa, pero por la forma en que lo están haciendo solo hace falta tener más de dos dedos de frente para intuirlo y con el paso del tiempo confirmarlo, como seguramente sucederá.
En el caso del gobernador de Nayarit, de extracción panista y cuyo encargo vence el próximo 19 de septiembre, es decir escasamente 6 días, aún no se sabe públicamente que puesto le ha ofrecido, pero podría correr la misma suerte que el de Sinaloa, algo que le garantice sueldo y poder, pero lejos de Palacio Nacional.
Sin embargo, la verdadera razón para que los futuros ex gobernadores digan que sí al ofrecimiento de López Obrador es que su incorporación al gobierno de la 4T les garantiza cierto “margen de inmunidad”, sobre todo porque quienes los relevan pertenecen a Morena y fiel a sus principios auditarán ambos ejercicios de gobierno, Sinaloa y Nayarit.
De ser cierta esta premisa, los gobernadores que en breve dejarán sus cargos podrían estar esperando solo el momento para decir que sí, como si de un nuevo matrimonio se tratara, aunque éste no les garantice ser “felices para siempre”.