Por: Dra. Laura Angélica Bárcenas Pozos
¿Qué está pasando en las escuelas secundarias y de educación media superior que las y los alumnos terminan intoxicados? Primero fue en Chiapas donde un grupo de estudiantes se intoxicaron con cocaína que uno de los propios estudiantes llevó a la escuela y compartió con sus compañeros. Después un grupo nada despreciable de adolescentes, estudiantes de una escuela secundaria, en este mismo estado, terminaron intoxicados por beber agua de sus propios recipientes al interior de la escuela. Posteriormente en un bachillerato tecnológico en Tlaxcala, varios estudiantes se intoxicaron al tomar café y recientemente un grupo de estudiantes en Veracruz se desmayaron después de presentar dolor abdominal y vómito, aunque en la escuela aseguran con no era una intoxicación por drogas.
Dos cosas de estos eventos llamaron mi atención, la primera es que en los diarios que consulté se coincide en que se desconocen las sustancias que llevaron a estos cuadros clínicos a más de 100 estudiantes, en alguno se dice que puede tratarse de cocaína, pero que la autoridad desmintió este dato, en otro que se encontraron botellas de agua con pastillas azules, en otro que fue a causa de una pipa de gas descompuesta cerca de la escuela, o bien café que prácticamente los estudiantes consumen a diario sin presentar estos síntomas. Pero en ninguno de ellos se da certeza de qué fue lo que pasó y aunque no son hechos idénticos, sí tienen bastantes similitudes.
El otro asunto que llamó mi atención es el hecho de que todos estos eventos se dieron al interior de instituciones educativas, en adolescentes y en más o menos dos semanas. En algunas fuentes se dice que fue algún estudiante quien introdujo la sustancia consumida, en otros que el origen es desconocido y que no saben cómo llegó a los estudiantes. Lo cierto es que van varias intoxicaciones masivas (como las llaman algunos diarios) al interior de las escuelas y las autoridades educativas están negando que se trate de sustancias adictivas.
No se sabe lo que está pasando, si son los estudiantes buscando experiencias nuevas o que pretendan desquiciar a sus profesores, como muchas veces suelen hacer los adolescentes. No se sabe si hay algún agente externo a la escuela que esté buscando ganar jóvenes a sus filas de adictos para que se vuelvan consumidores de sustancias adictivas en potencia. No se sabe si se trata de alguna autoridad que esté buscando llamar la atención para un fin personal. Pero, estos hechos se están dando en tres entidades federativas diferentes y hasta ahora parecen hechos comunes, pero aislados.
Así que ante tan poca claridad lo que nos queda es hacernos responsables de los adolescentes, como padres, madres, o bien como profesores estos jóvenes. Orientarlas, orientarlos y educarlos y educarlas para que tomen decisiones asertivas y que los construyan; que si un compañero les invita a consumir una sustancia desconocida puedan decir que no, o si un desconocido les ofrece algo en la calle digan con contundencia que no, o si un profesor o alguien de la escuela les deje por ahí algo para consumir lo denuncien.
Igualmente, como profesores y profesoras, sería conveniente que hablemos con las y los estudiantes sobre estos hechos, se discutan y se establezcan posturas, pues lo que observo en estas situaciones es que las y los adolescentes están siendo usados como objetos, sin mucha posibilidad de decidir, independientemente de quién o quiénes son los agresores, por eso las y los adolescentes tienen que aprender a distinguir y a decidir con elementos y argumentos si consumen estas sustancias o no lo hacen. Muchos de ellos ya saben ahora cómo pueden sentirse después de consumir algo desconocido y que, si no pasó a mayores, podría pasar si siguen en esta dinámica.
También las y los profesores pueden invitar a sus estudiantes a denunciar a la persona que los indujo a consumir estas sustancias, con el debido cuidado y precaución para no sufrir represalias. Pero la o las personas que han hecho esto tienen que saber que hay alguien que los observa y que puede pararlos.
Finalmente me pregunto quién o quiénes podrían estar interesados en que estos eventos se den al interior de instituciones educativas públicas, a quién se quiere desacreditar con estas acciones, qué hay detrás de estos eventos, que más allá de atentar contra la salud de las y los adolescentes, se está desacreditando a la institución escolar y a lo que sucede dentro de esta.