En la industria del entretenimiento, donde las caras famosas son veneradas y las voces son apenas susurros detrás del telón, los locutores y actores de doblaje se enfrentan a una lucha, que bien puede resultar desgarradora.

La falta de reconocimiento no solo mina su autoestima, sino que también los empuja al borde de ser invisibles para quienes deberían ser su red de apoyo: familiares, amigos, empresarios y colegas. Esta realidad, a menudo ignorada, pone en peligro su bienestar mental, convirtiendo su labor en una trampa de inseguridades y soledad.

Aquí algunos datos que podrían resultar de interés, al respecto de lo que significa padecer algún trastorno mental en México, estadísticas en las que por supuesto se incluye a las y los locutores.

Según el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), tres de cada 10 personas en México han padecido problemas de salud mental a lo largo de su vida. Más del 60% de estas personas no reciben tratamiento.

De acuerdo con una encuesta representativa realizada por Ipsos en 2024, el 36% de los mexicanos lucha contra una enfermedad mental como la depresión, trastorno de ansiedad o trastorno alimentario.

El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) señala que entre el 20 y el 30% de las personas en México dicen sentirse o haberse sentido deprimidas alguna vez en la vida.

En México, el porcentaje de personas que recibe apoyo psicológico cuando lo necesita no rebasa el 20%.

El primer golpe a la moral para los profesionales de la voz, viene con la erosión de la autoestima, pues estos profesionales, que dan vida a personajes y situaciones con su voz, rara vez reciben el crédito que merecen.

La autoestima de un individuo está profundamente vinculada a la validación externa, sobre todo, en un entorno donde esta validación brilla por su ausencia, los locutores comienzan a dudar de su propio valor y habilidades.

El eco de sus voces en los estudios de grabación y cabinas de radio no encuentra respuesta en el mundo exterior, lo que desencadena un ciclo de autoevaluación negativa que impacta directamente en su rendimiento y satisfacción laboral.

El estrés y la ansiedad son compañeros constantes en la carrera de un locutor, además de la presión por destacar en un campo altamente competitivo, que junto con la falta de reconocimiento, eleva los niveles de ansiedad a un punto crítico. Los profesionales de la voz experimentan un estrés significativo debido a las exigencias de su trabajo.

La ansiedad se infiltra en sus vidas, manifestándose en insomnio, problemas de concentración y otros síntomas físicos y emocionales que afectan tanto su desempeño profesional como su bienestar personal, pero la tormenta emocional no termina aquí.

La falta de apoyo y validación puede llevar a sentimientos de inutilidad y desesperanza y esta ausencia de reconocimiento puede agravar los síntomas depresivos, haciendo que los locutores se sientan desconectados y desmotivados.

El aislamiento social es la última y quizás la más dolorosa consecuencia de esta lucha silenciosa. Sin el apoyo y la comprensión de su círculo cercano, los locutores pueden sentirse incomprendidos y aislados.

Es imperativo que la industria y la sociedad en general, reconozcan y valoren el trabajo de las, los locutores y actores de doblaje, porque su contribución no solo es esencial para la creación de contenidos audiovisuales, sino que su bienestar mental es fundamental para mantener la calidad y la pasión en su trabajo.

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