La voz es la carta de presentación más poderosa que tenemos y es preocupante observar cómo en la radio, la televisión, los podcast y las redes sociales, muchos locutores y comunicadores han caído en la trampa de la comodidad, descuidando su proyección vocal.
La falta de responsabilidad y compromiso por capacitarse para mejorar esta herramienta esencial es alarmante y habla de una falta de respeto hacia la audiencia.
La voz es más que un simple medio para transmitir palabras; es el vehículo que lleva emociones, intenciones y credibilidad. Un locutor que no se esfuerza por perfeccionar su técnica vocal está renunciando a la posibilidad de conectar de manera auténtica y efectiva con su audiencia.
Según un estudio de la Universidad de Stanford en 2023, la credibilidad de un orador puede disminuir significativamente si su voz no transmite seguridad y claridad.
Esta realidad debería ser suficiente para que los profesionales de la voz se tomen en serio la necesidad de formación continua.
No obstante, en muchos casos, el enfoque se ha desviado hacia la rapidez con la que se puede generar contenido, dejando de lado la calidad del mismo y esta prisa por producir ha llevado a que muchos locutores y locutoras se conformen con lo básico, sin dedicar tiempo a mejorar su dicción, entonación o capacidad para modular la voz según el contexto.
El resultado es una saturación de voces monótonas, faltas de emoción y en muchos casos, incómodas de escuchar. La falta de profesionalismo en este aspecto es evidente.
En medios tan competitivos como la radio, la televisión;
ahora los podcast y las redes sociales, destacar no debería depender únicamente de la popularidad del comunicador o del alcance de una plataforma, televisora o estación de radio, sino de la calidad del contenido y la forma en que se entrega.
La falta de formación vocal no solo afecta la experiencia del oyente, sino que también subestima la inteligencia de la audiencia, que merece un contenido bien producido y presentado.
Es hora de que los locutores asuman su responsabilidad. Capacitarse no es opcional; es una obligación con su profesión y con quienes los escuchan.
La voz es un arte y como tal, requiere dedicación, práctica y perfeccionamiento; insisto como en ocasiones anteriores: aquellos que no estén dispuestos a invertir en su desarrollo vocal están condenados a quedarse en la mediocridad, mientras que quienes lo hagan tendrán la oportunidad de convertirse en verdaderos maestros de la comunicación.
La audiencia merece más que voces que solo llenan el silencio; requiere de voces que inspiren, informen y emocionen. Es hora de que los locutores se tomen en serio su papel y trabajen para ofrecer una proyección vocal que esté a la altura de la confianza que su público deposita en ellos.
Ahora bien ¿qué consecuencias están dispuestos a asumir los concesionarios, empresarios, líderes sindicales e instituciones públicas de la comunicación en México al descuidar la capacitación continua de los profesionales de la voz, arriesgando la calidad y credibilidad de los contenidos que se ofrecen a la audiencia?
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