El pasado 27 de noviembre del presente año comenzó una serie de ataques en Alepo contra el gobierno dictatorial de Bashar al Assad en Siria. Los ataques fueron liderados por el grupo conocido como Hay’at Tahir al-Sham (HTS), en español: Organización para la Liberación del Levante. Esta organización nació en el contexto de la guerra civil en Siria y si bien ha tenido vínculos con grupos como Al Qaeda o Estado Islámico, desde 2016 rompió relaciones con estos y se dedicó a combatirlos.
La HTS, liderada por Ahmad al Sharaa (también conocido como Abu Mohammed al Joulani) y el Ejército Libre Sirio encabezaron los ataques contra el régimen de Bashar al Assad. Después de la toma de Alepo, continuaron su avance hacia otras ciudades como Hama -donde empezaron con la liberación de presos políticos-, Homs y finalmente Damasco, donde la HTS tomó el control la madrugada del 8 de diciembre. Por su parte, Bashar al Assad y su familia huyeron hacia Rusia.
Existen varias razones por las que el régimen de Bashar al Assad fue derrotado. Entre ellas, está el hecho de que la fortaleza de sus principales aliados regionales ha sido cuestionada; o bien, están enfocados en otros conflictos. Tal es el caso de Rusia y la ocupación de Ucrania; e Irán y Hezbollah con respecto a la ocupación israelí de Palestina.
Sin embargo, también es importante mencionar que ni la HTS, ni el Ejército Libre Sirio, son los únicos grupos de oposición al gobierno de al Assad, pues también grupos insurgentes locales en el sur del país se levantaron en armas, sin olvidar a las fuerzas kurdas que han estado presentes a lo largo de toda la guerra en Siria, ni lo que queda del Estado Islámico.
Sin lugar a duda, el actor central de la ecuación en este nuevo escenario es el pueblo sirio y sus voluntades. No obstante, las imágenes del júbilo con el que el pueblo recibió la derrota del régimen de al Assad que demuestran el hartazgo frente a un gobierno que incurrió en prácticas sumamente autoritarias -poco democráticas y de persecución y tortura hacia la disidencia- hay varias cuestiones que quedan pendientes por analizar en su complejidad.
Por un lado, está el papel de Joulani, quien recientemente empezó a ser llamado Ahmad al-Sharaa como parte de una campaña mediática de distanciamiento de grupos como Al Qaeda con quienes anteriormente la HTS se había vinculado. En discursos recientes, Joulani prometió justicia, estabilidad y unidad; así como inclusión hacia grupos minoritarios en términos étnicos y religiosos -tales como kurdos, musulmanes chiitas y cristianos- además de seguridad para los sirios desplazados que buscan regresar al país. Es importante seguir de cerca estas promesas y revisar si se tratan de una forma de “quedar bien” ante occidente o de transformaciones reales y profundas que beneficien al pueblo sirio en toda su diversidad.
Por otro lado, tanto Israel como Turquía son los grandes beneficiarios de la nueva situación, han aprovechado la caída del régimen de Assad para promover y asegurar sus propios intereses. En tan sólo una semana, el gobierno del Primer Ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha llevado a cabo 381 ataques aéreos sobre territorio sirio, destruyendo el 80% de las capacidades militares sirias. En días recientes Netanyahu, declaró que los Altos del Golán, territorio sirio ocupado ilegalmente desde 1967 por Israel, permanecerían “por siempre” como parte del Estado sionista. Ante la continuidad de la ocupación, los ataques aéreos y la expansión israelí en territorio sirio, Antonio Guterres, Secretario General de la ONU, ha enfatizado la necesidad urgente de respetar la soberanía siria.
Ahora bien, el Ejército Nacional Sirio, es apoyado por Turquía, que ha aprovechado esta alianza para indirectamente replegar las fuerzas kurdas que se ubican en el norte de Siria y comparten frontera con Turquía. Vale la pena mencionar que el pueblo kurdo ha sido reprimido durante décadas por los diferentes Estados que le han negado su autonomía: Irak, Siria, Irán y Turquía; en este sentido, el régimen turco de Erdogan ha buscado la forma de combatir la autonomía kurda en Siria, así como reprimirla dentro de la propia Turquía, por lo que su repliegue conviene completamente a sus intereses.
El escenario que enfrenta Siria es profundamente complejo. El derrocamiento de Bashar al Assad implica el fin de un régimen sumamente autoritario; sin embargo, trae consigo la caída de uno de los bastiones del llamado por occidente Eje de la Resistencia. En términos regionales, Israel y Turquía ganan en sus intereses. Es muy pronto para hacer conjeturas; por eso, es necesario observar detenidamente y con cuidado las acciones del nuevo régimen. Tras 13 años de una guerra civil, a las que se sumaron intervenciones regionales e internacionales, las necesidades del pueblo sirio no deben quedar invisibilizadas, ni tampoco la autonomía kurda y mucho menos la sobrevivencia palestina. Las necesidades de la población deben ser prioridad; se requieren miradas complejas para denunciar todo acto de colonialismo y, con ello, evitar que tanto Siria, como el Medio Oriente, sean -una vez más- el tablero de juegos de intereses hegemónicos internacionales.
Por la Mtra. Dolores Patricia Marín Díaz
Docente de la Escuela de Relaciones Internacionales
Universidad Anáhuac Puebla