La representación del cráneo humano que se elabora de azúcar u otras materias primas es considerada una tradición ancestral en la temporada de Día de Muertos y que a la fecha ha penetrado en otros lugares fuera de México.

Tan sólo desde el taller de elaboración ubicado en Puebla arte mexicano Colibrí, las calaveritas de dulce se envían a lugares de Estados Unidos y ciudades de Europa.

Emilio Quintana Ramírez, maestro artesano, comentó a Síntesis que para la temporada de día de muertos llega a crear más de 14 mil piezas de diferentes tamaños y estilos; de dicha cifra alrededor de 5 mil piezas son enviadas al extranjero.

Es desde el mes de julio pasado cuando comienza con la preparación, y para juntar todos los pedidos concluye en los primeros días de noviembre.

Foto:Alfredo Fernández
“Además de distribuirlas aquí en Puebla, tengo pedidos en Estados Unidos y Europa; además de que también me piden en escuelas”, relató.

Dijo que, a diferencia de lo que se pueda pensar al ser un producto 100% mexicano, el dulce es muy tradicional también en lugares europeos como París, Holanda, y Bélgica.

Detalló que tanto los mexicoamericanos, gringos y europeos les encanta mucho la tradición de Todos Santos, “porque también en esos sitios hacen muchos eventos del día de muertos; se está volviendo una fiesta internacional”.

 

 

Llorar la muerte

Explicó que los dulces están hechos a base de agua y azúcar, ingredientes que se ponen a calentar hasta el punto de ebullición alrededor de media hora.

“Me doy cuenta que mi azúcar ya está lista para poder sacarla del fuego cuando en un recipiente aparte que contiene agua vierto la miel y se tiene que hacer una bolita dura la cual refiere que tiene 140 grados”, reveló.

Es entonces cuando se rellenan los moldes de barro, se deja enfriar unos minutos y ya se saca la mezcla con la forma característica de la calavera, y que hay que dejar reposar un día antes de empezar con la decoración.

Para la decoración primero se ponen papeles de colores en la frente y en los ojos, y a continuación, con la pasta de colores, se hacen los dibujos con una técnica «única». “Es un trabajo de varios días dependiendo del tamaño de las piezas”.

Dicho producto, que se dispone en altares preparados en honor a los seres queridos; se destaca con una característica: cada una lleva lagrimas, emulando que lloran, lo que representa que al nacer lloramos, y después de una vida, a la muerte se le llora, “al final las lágrimas siempre están presentes”.

La tradición es familiar. El señor forma parte de la cuarta generación de la familia Quintana Ramírez, y quien comenzó a elaborarlas a la edad de ocho años.

Foto:Alfredo Fernández

Productos resistentes

Quintana Ramírez revela que en años anteriores la venta y producción de las calaveritas de azúcar habían decaído demasiado: “casi no compraban, además de que el gobierno en algún momento quitó lugares donde se vendía; pero posteriormente se le dio el valor que merece”.

Dijo que volvió a resurgir la tradición, pues en algunos eventos con ofrendas y artesanías se ofrecen los productos en el estado de Puebla, por lo tanto resisten como símbolo de los valores mexicanos frente a la influencia de Halloween.

En cuanto a costos, el precio de las calaveritas oscila desde 5 pesos, hasta 20 pesos, dependiendo del tamaño.

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