La realidad política en Puebla ya alcanzó a los panistas y no les queda otra cosa que aceptar la situación al interior de su partido: la división.

Porque en el PAN, como en el PRD y el PRI de la localidad, las cosas van de mal en peor.

La crisis en  tres de los partidos más grandes del estado es evidente.

Y una crisis del tamaño del mundo que amenaza con prolongarse al 2018.

En Puebla, está visto, existen dos grupos que se disputan la franquicia de Acción Nacional, los cuales pretenden quedarse con el partido completo, o al menos negociar el mayor número de candidaturas con miras al 2018.

El Yunque y el morenovallismo son las dos fuerzas que están en guerra.

El grupo que controla el Comité Estatal del PAN, así como la mayoría del padrón -el que lidera Rafael Moreno Valle Rosas, el ex gobernador del estado- es el que lleva ventaja en la reyerta.

Y las razones son muchas.

La principal, tal vez, es que los panistas morenovallistas llegaron al PAN y le arrebataron el poder y el control a sus timoratos lidercillos.

A aquellos que únicamente ocupaban las siglas del albiazul como moneda de cambio.

Esos panistas de la vieja guardia que nunca imaginaron que podrían echar al PRI de Casa Puebla.

Aunque al final les pasó de todo: se quedaron sin la gubernatura, sin la militancia y hasta sin partido.

Cuando pudieron dar el grito de guerra para combatir al morenovallismo de frente y sin excusas se hicieron chiquitos.

Huyeron al saber que el barco para ellos iba a hundirse.

Guardaron su orgullo y su dignidad en el closet y decidieron irse dejando el partido en manos ajenas, en las de su nuevo dueño.

Hoy me parece una vergüenza que esos panistas escurridizos, temerosos, acomplejados, cómodos, interesados y sin ganas de despeinarse quieran volver por sus fueros.

Sobre todo cuando en su momento no defendieron lo que habían mantenido por años, lo que les costó de todo.

De ese grupo de panistas, el único que enfrentó sin miedo y frente a frente al entonces gobernador Moreno Valle Rosas fue Rafael Micalco Méndez, el ex dirigente panista en Puebla.

Fue el único panista de aquel grupo que tuvo el valor y el coraje de decirle al morenovallismo ya basta.

El resto de los yunquistas, insisto, se hizo el loco y prefirió observar desde la comodidad de sus intereses como perdían lo poco que les quedaba de partido.

¿Por qué creerles hoy a esos panistas que lloran por los rincones cuando dejaron solo a Micalco?

Cuando huyeron y salieron corriendo para evitar que fuesen evidenciadas todas sus propiedades y todo su patrimonio.

Los panistas no necesitan recurrir a tontas estrategias como la de ayer asumida por Juan Carlos Mondragón, ex dirigente panista, quien acusó, berreó y pataleó porque según no le permitían ejecutar el trámite para refrendar su militancia.

Gritó que lo estaban bloqueando cuando en realidad el sistema sufría una falla desde el CEN panista.

Que barbaros.

Además de conchudos ahora hasta mentirosos.

Cuánto será el miedo de esos panistas timoratos a Rafael Moreno Valle que ni de Puebla ni de sus ciudadanos se acordaron desde su auto exilio.

Porque es una pena que digan que los corrieron o amenazaron cuando nunca hicieron pública una sola advertencia, o una sola prueba.

Ahora resulta.

En el PAN todos son culpables de la mala racha que sufren.

El morenovallismo por no entender que la inclusión y el sumar a todas las fuerzas de Acción Nacional les facilitaría mucho las cosas de cara al 2018, simplemente porque en Puebla hoy se viven otros tiempos, y el yunque porque ahora quiere todo sin haber peleado y sacrificado nada por su partido.

¡Pero que bonita familia!

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En twitter: @poncharelazo

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