El Señor X sale temprano de casa para dirigirse al trabajo, en el traslado a este se coloca unos audífonos y lee un libro. Finaliza una jornada laboral sin contratiempos y decide ir al cine. Cuando llega a casa, revisa el internet y se entera de una exposición de pintura que será presentada el fin de semana en el museo más importante de la ciudad. Planea ir. Antes de dormir, como todas la noches, lee un libro de poesía que lo inserta en un mundo maravilloso y que lo hace olvidarse de su entorno. Al otro día, las cosas no cambian mucho.

El día a día del Señor X, al igual que el de muchas personas en cualquier parte del mundo, es un ir y venir por las mismas sendas y rumbos, ya que la vida cotidiana en su devenir en el espacio y el tiempo contiene esfuerzo y felicidades. Trabajar es obligatorio para la gran mayoría, pero trabajar no significa estar condenado. El Señor X por ejemplo, paralelo a sus obligaciones, se introduce a placeres que aunque pequeños, lo han hecho soportar las contrariedades de la vida diaria. Al trasladarse de su casa al trabajo escucha música y lee un libro, cuando sale del mismo, se dirige a ver una película o planea la visita para ver pinturas en un museo y cuando llega a descansar, se sumerge en un mundo poético. El arte, observamos, se hace presente en todas estas dinámicas cotidianas.

El arte, en la vida del señor X, se ha convertido en el mejor aliado para no cundir ante la alienación imperante, ha representado para él, como puede representarlo para cualquier otro mortal, un rincón para hacer crecer el espíritu y olvidarse de las obligaciones que nos determinan y que son el resultado de un mundo capitalista, en donde el individuo es lo último que importa en el “progreso” de la humanidad. La materialización como ejemplo del éxito, ha engendrado personas que se han olvidado de la fortaleza que deben de dar a su persona, a su alma y a su intelecto, para vertirlo en los elementos que representen su victoria: el coche, los tenis o el celular de marca por ejemplo. Y es que en un mundo lleno de apariencias, el arte se ha convertido en un dispositivo para hacernos reflexionar y no dejarnos vencer.

Hoy inicia en este diario la columna titulada: “Hártate de arte”, textos que intentarán acercar al lector a reflexionar a través del filtro de la creación. Con ideas que caminaran de la mano con las dinámicas artísticas, sus exponentes y/o sus discursos en el mundo contemporáneo. Se tratará de hacer con este espacio brindado por el periódico Síntesis, una colaboración que pueda ser leída, como en la vida del Señor X, como un nicho para olvidarnos del presente contundente y cotidiano, con sus bemoles y contrariedades, con sus disgustos y afinidades. El arte no sirve para nada dicen por ahí, pero sin este, estoy seguro y lo sostengo, es imposible imaginar la existencia del hombre y su trascendencia en sociedad y con la tierra. Los invito a no dejar de seguirnos y reflexionar, el espacio de diálogo ha comenzado.

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