“El PRI es así, porque así somos los mexicanos” –Carlos Salinas de Gortari-

 

Cuando fue parido

El nacimiento del actual Partido Revolucionario Institucional se remonta al año de 1929 cuando gobernaba este país Emilio Portes Gil, luego de que el “jefe máximo”, Plutarco Elías Calles, lo “promoviera en la presidencia” de México en la última etapa del periodo denominado como Maximato.

 

Le pusieron nombre al niño

Partido Nacional Revolucionario (PNR) y el crédito de su fundación se lo llevó Calles, ese personaje que tuvo la habilidad de gobernar tras la silla presidencial durante tres administraciones, en las que puso y quitó cuando quiso, a tres mandatarios cuyo periodo no superó los dos años en cada administración.

El objetivo de la creación –en ese momento- del PNR, el abuelo del PRI, fue el de poner orden en el país, ya que después de nueve años de concluida la Revolución Mexicana había poca estabilidad política a nivel nacional.

Los caudillos que emanaron de la Revolución se repartieron el “pastel” y se impusieron al frente de las gubernaturas en todo el país.

Pero la prueba de fuego llegaría en la competencia presidencial de 1934 y los ánimos estaban muy caldeados entre aquellos que se consideraban merecedores de ocupar la “silla grande”.

Calles previó el escenario y propuso la creación del PNR con el objetivo de poner orden y calmar a los aspirantes belicosos.

 

Unidad y disciplina

Así entonces, el Tricolor nació como la necesidad de lograr la unidad y disciplina entre los revoltosos que consideraban que habían sumado suficientes méritos como para ocupar la silla presidencial.

El mensaje dado por Calles fue claro en ese 1929, había que evitar a toda costa la dispersión política y romper con los cacicazgos de los caudillos. Era necesario  lograr la disciplina y sacar un candidato de unidad de las filas del partido.

El reto fue complicado, sin embargo, el resultado fue exitoso, Calles propuso a Lázaro Cárdenas como su sucesor y el candidato de unidad del PNR. La mayoría aceptó la propuesta del “jefe máximo” y, los que no, fueron metidos en orden, les jalaron las riendas y les dejaron claro cuáles eran los riesgos de salirse del “huacal”.

Esta etapa significó la inauguración de una forma de hacer política en este país y sentó las bases para entender al partido que mantuvo la hegemonía política a lo largo del siglo XX.

 

El dedazo

También significó el inicio de un poder casi omnipotente de los presidentes mexicanos, quienes se volvieron intocables e incuestionables.

Llegar a la presidencia significaba sacarse el “premio mayor”, porque si algo caracterizó el ejercicio del poder concentrado en las manos de un hombre y un selecto grupo de funcionarios de primer nivel, fue el enriquecimiento desmedido.

En el siglo pasado era impensable hablar de transparencia de los gobiernos, hubo una utilización de los recursos de manera discrecional; asignación de obras a los amigos; inversión del presidente, sus familiares y amigos en negocios que les dejaron millonarias ganancias; licitaciones a modo; la utilización de la denominada “partida secreta” cuyos recursos eran ejercidos bajo el criterio del señor Presidente.

Significó el “dedazo”, es decir, señalar al sucesor, cubrir con un halo de luz al elegido, aquel que se había mostrado como el incondicional, el fiel, el de los méritos por haber resuelto los asuntos “complicados”; el que asumió responsabilidades antes de que pudieran vulnerar a su jefe.

Las vías para llegar a la presidencia eran relativamente claras, sólo había que seguir el camino ya marcado por otros políticos que lo lograron. La fórmula era simple, siempre había que estar dentro de las filas del partido que, como buen padre, cuidaba a su crío desde pequeño, hasta lograr verlo llegar al éxito.

 

¿Nueva era, nuevas circunstancias o crisis?

El reciente anuncio de la dirigencia del Tricolor de abrirse a candidatos que no fueran militantes del Tricolor, sin duda, es una nueva realidad para la historia de este instituto político.

Calles, el fundador, se ha de estar revolcando en su tumba, porque rompe con los principios básicos con los que fue fundado el PNR, sí el abuelo del PRI.

Pero hábil e inteligente como era Calles, probablemente haría varias lecturas. En el mejor de los escenarios diría (especulo): que el Tricolor es un partido moderno, que se adapta a las nuevas circunstancias políticas y demandas de una sociedad cada vez más participativa y conocedora de los procesos democráticos dentro y fuera de los institutos políticos.

O tal vez que es un partido que dejó de cumplir con el objetivo de mantener la paz social en este país a través de un ejercicio ético de quienes forman parte de su estructura y de los gobiernos que emanan o emanaron de sus filas.

Quizá que las vacas están tan flacas, que no hay ni de dónde agarrar, porque es muy difícil imaginar a un presidente que en lugar de aprender a leer, aprenda a “ler”. Y como este ejemplo, podríamos citar muchos, que los medios han difundido –en su momento- lo suficiente.

 

Está complicado

Sin duda, el Tricolor ha tenido un papel fundamental en la construcción de este país desde el inicio de la etapa de la creación de las instituciones en la primera mitad del siglo pasado.

Sin embargo, igual que muchas instituciones a lo largo de las historia, tienen un periodo de vida que les obliga a repensarse y redefinir objetivos y estrategias para permanecer como una fuerza política que brinde respuestas a la sociedad.

 

A pie de página

Y ni qué decir de otros partidos políticos que nacieron, crecieron y están en franca decadencia por servirse de manera vil del poder que les brinda estar ahí, con personajes que fueron críticos y ahora son una franca vergüenza para quienes los vieron como una alternativa.

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