El uno de agosto desapareció Santiago Maldonado. La familia del joven hizo la denuncia tras una terrible represión de la Gendarmería en Chushsamen, provincia de Chubut, donde se encontraba apoyando un reclamo de una comunidad mapuche. A tres meses y días de lo ocurrido el 17 de octubre el cuerpo fue encontrado en el río, en un dudoso operativo. El allanamiento fue frente a la familia que pidió ser custodia de ese cadáver hasta ser trasladado a Buenos Aires, a la Morgue Judicial. Tras un traslado con cientos de requerimientos, el forense determinó que el cuerpo es de Santiago Maldonado.

Somos territorio, donde sea que estemos. Cuando un cuerpo aparece muerto, tras un conflicto político, que involucra al Estado, a la gendarmería, a empresarios, y a los medios de comunicación, es un cuerpo que delata las nuevas formas de la guerra. Para los poderosos de turno, no hay fronteras, como no las hubo hace muchísimos años. Las fronteras las determinan unos pocos, el poder neoliberal que se mira a sí mismo, que mata a pueblos completos para apropiarse deliberadamente de sus tierras, de su lengua y de sus propias raíces. Son los gobiernos que anulan la letra constitucional. Un cuerpo pone en conflicto y desoyen una problemática que el poder de los medios de comunicación intenta ocultar, pero que, al mismo tiempo, empoderados de cinismo y veneno hacen de ese cuerpo un trofeo.

Queríamos una transformación democrática, a favor de la vida. Y resultó que lo que vino, nos llevó a años oscuros, no solo de la dictadura de Videla, sino también, a las Campañas de exterminio de los pueblos originarios. Así como en la dictadura argentina de Videla, se ocuparon de crear un enemigo interno para justificar todas las desapariciones, matanzas y robos de bebés. Ahora, nos vemos en una situación donde tenemos que someternos a persecuciones, amedrentamiento, frente a un gobierno reaccionario y antidemocrático.

El Estado configura su modo de represión y de ocultamiento con esa misma lógica. Por Santiago Maldonado se llegó a pedir un rescate de 28 mil dólares. Los medios corporativos y hegemónicos, armaron día tras día, una historia nueva sobre Santiago. Mientras tanto, los testigos de la represión declaraban que el cuerpo se lo había llevado gendarmería. La ministra de seguridad Patricia Bullrich con la complicidad del presidente de la nación Mauricio Macri intentaron persuadir y desmentir todo lo que los testigos declararon.

Cada día nos revelan un nuevo episodio de la investigación. En un país donde los gobernantes fueron los mismos que siguen ocultando datos y desarticulando los Organismos de Derechos Humanos, es digno desconfiar. Pero el caso Santiago Maldonado es tratado en los medios como es tratada una serie de cualquier cadena audiovisual. La trama se insufla y se puebla de personajes con historias aparentemente inconexas, lo cual probablemente responda a un intento por desorientar al espectador.

Al mismo tiempo, crecen en peso específico los aspectos personales de sus verdugos. El poder neoliberal muestra que es capaz de todo; reprimir, desaparecer, ocultar un cuerpo y luego matar. Es el pueblo como tal, el que les estorba. Somos la sobra de un plan económico para pocos. En Estados Unidos y Europa por la vía del racismo, la intolerancia pos colonial y la estupidez de las clases medias. En América Latina el crimen organizado en manos de las grandes corporaciones, el nivel de impunidad del gobierno de Temer en Brasil y la complicidad criminal que allí se vive. Ni hablar de complicidad de los del Norte ante Yumen, Somalia, Ruanda y Albania.

La guerra por el agua, las tierras, los recursos naturales, es el negocio de nuestro siglo. Parece que no hay un límite sobre estas expropiaciones. Santiago Maldonado, puso el cuerpo, como todos y todas las personas que ponemos el cuerpo cada día, en estas sociedades que margina al indio, al irracional, al soñador, al que trabaja por un mundo en condiciones dignas. Nuestro ejército es la palabra, nuestra lengua, nuestros cuerpos sublevados, caminando en eternas procesiones pidiendo justicia. Porque es más humano morir con dignidad que arrodillarse a un sistema que fagocita y adoctrina almas.

La tormenta nacerá del choque de estos vientos, llega ya su tiempo, se atiza ya el horno de la historia. Reina ahora el viento de arriba, ya viene el viento de abajo, ya la tormenta viene…así será…cuando amaine la tormenta, cuando lluvia y fuego dejen en paz otra vez la tierra, el mundo será algo mejor.

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