Con la presencia del cardenal José Francisco Flores Ortega, presidente de la Conferencia del Episcopado mexicano y el obispo de Tlaxcala, Julio César Salcedo Aquino, y centenares de católicos agradecieron en el Seminario de la “Y” griega, por la santificación de los Niños Mártires de Tlaxcala, Cristóbal, Antonio y Juan, donde se destacó el gran compromiso que tienen los tlaxcaltecas con la iglesia católica.

Durante la eucaristía se destacó el sacrificio que hicieron los Protomártires de América y Patronos de la niñez mexicana, por lo cual dijo, “Tlaxcala tiene un gran compromiso y responsabilidad, es una tierra bendecida y llena de fe con estos tres hijos de Tlaxcala, México y América”.

Con la presencia de 14 obispos del país, sacerdotes, religiosas y comunidad católica (10 mil), puntualizó que estos tres santos, son especiales porque es indicativo para renovar la identidad de la iglesia con estos mártires.

Especificó que con la evangelización “ésta canonización, sin duda posee un gran potencial espiritual y pastoral, esta gran alegría nos lleva a querer aprender  más y mejor, a dar la vida”.

Puntualizó que la actuación de los Niños Mártires tiene una gran enseñanza actualmente porque ante las dificultades del sufrimiento, de la violencia “estamos llamados a aclamar en nuestra mente y corazón en el acontecimiento del amor de Dios, y Jesucristo y así más allá de los sufrimientos”.

Por lo anterior, dijo que es urgente renovar el compromiso de evangelización,  para que haya confianza en la fuerza viva de Dios, por ello, insistió en que Tlaxcala tiene un gran compromiso con la iglesia católica, con sus Santos.

Citó que el Papa Francisco, recientemente dijo que los niños son una riqueza para la humanidad y para la iglesia, que necesita de ayuda, amor y perdón que hace falta a la humanidad.

Señaló que “el mártir no defiende su vida sino su causa, que es su convicción religiosa y su fidelidad a Dios y la defiende muriendo”, como ejemplo de lo que hicieron los Santos tlaxcaltecas.

Ahondó que la iglesia está necesitada de reconciliación, y por ello, se necesita evangelizar y ser discípulos misioneros.

Más tarde, la comunidad católica convivió y degustó de los alimentos.

 

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