“En el gallinero de la política, la gallina más alabada no es la que pone el mejor huevo, sino la que mejor sabe cacaraquearlo”  -Plutarco Elías Calles-

En 1929 cuando Plutarco Elías Calles fundó al abuelo del actual tricolor, el Partido Nacional Revolucionario (PNR), lo hizo con un propósito muy claro, aglutinar y poner orden entre los cabecillas de las diversas facciones que se crearon luego de la conclusión de la Revolución Mexicana que se consideraban merecedores de los cargos políticos más importantes del país, entre ellos, el de presidente de México.

Antes de la creación del PNR la lucha intestina por el poder entre los ganadores de la Revolución Mexicana fue una realidad que mantuvo a nuestro país en una situación interna bastante compleja.

El mensaje de Calles fue claro, “De las filas del tricolor saldrá el candidato de unidad para ocupar la silla presidencial” y lo logró a lo largo de  70 años de forma ininterrumpida. Sin duda, su proyecto cuajó de forma extraordinaria al crear el partido político más poderoso de la historia de nuestro país. Un partido que a lo largo de su vida fue adquiriendo un cuerpo y una identidad sui generis.

 

El tour

Como en los viejos tiempos, con las prácticas casi religiosas, inmutables e inamovibles, vimos el ritual de un destape anunciado. Un ritual que nos hace pensar en la figura toda poderosa que es capaz de tocar a un individuo y, con ello, definir la historia de una nación.

Pero resulta que por primera vez en la historia de este país, los priistas tendrán que avalar la decisión de una cúpula en el poder que ha determinado llevar a un candidato que no sale de las filas del tricolor. Un candidato que se reconoce como “simpatizante” del PRI.

Pese a que los medios de comunicación difundieron la gran bienvenida y complacencia de las cúpulas que tradicionalmente dan el respaldo a la candidatura del tocado por el Tlatoani, lo cierto es que no debe ser fácil para los priistas de hueso colorado, ver la imposición de un candidato que no es militante, que no se “crío” dentro de las filas del tricolor, que no hizo méritos como algunos que fueron descartados de forma “cruel”.

 

¿Vacas flacas?

¿Qué tan mal están los cuadros del tricolor que se opta por un candidato externo a la militancia para tratar de mantener el poder? ¿Acaso la mano invisible de quienes mueven los hilos del poder en México no le quisieron apostar a un personaje salido de las filas del tricolor por el franco desprestigio del partido a nivel nacional?

Antonio Meade tiene aceptación entre un sector importante de priistas en nuestro país, lo ven como la figura que podría salvarnos de una nueva derrota que los lleve a perder la silla presidencial una vez más. Y a quienes no les convence o no les gusta, no tendrán de otra que disciplinarse como lo hace un “buen priista”. Aguantarse,  no hay otra.

Pero ¿Acaso veremos a un Meade en eventos masivos que llegue –con su discurso- a los de a pie, a esos obreros y campesinos que representan votos? Perdón, creo que equivoqué la pregunta, olvidé que en este país a lo que se apuesta es la falta de cultura política, a continuar con las viejas prácticas de compra de conciencias.

 

Se rasgan las vestiduras

Y para quienes se rasgan las vestiduras por el regreso del “dedazo”, es decir, ese mecanismo imperante en nuestro país desde hace décadas y vigente cada sexenio en la elección presidencial, pues valdría la pena recordarles que la práctica se ha extendido a todos los partidos y en diversos ámbitos de la vida pública de este país.

Y es que a los cargos públicos llegan los “cuates”, los que brindan la tranquilidad a su antecesor de cuidarle la “espalda” al momento de dejar el cargo, con quien se establece un compromiso fáctico de no revelar lo inconveniente, de tapar los malos manejos, de maquillar lo que sea necesario.

En los cargos públicos no están los mejores, ni los más aptos, están quienes tienen la habilidad de tejer alianzas, de ofrecer votos, de discreción, de mantener el respeto por su antecesor, de ser agradecidos y eso implica compromisos que hay que cumplir.

El dedazo no es un fenómeno exclusivo de un candidato a la presidencia, lo vemos en universidades, en partidos políticos, en organizaciones religiosas, en sindicatos, etc.

¿Cuántas veces no escuchamos a funcionarios de diversos niveles mostrar mediante su discurso incondicionalidad a través de alabar a su antecesor y colocarlo como la máxima figura de la historia? Hay quienes caen hasta en la ridiculez y se vuelven la mofa de quienes conocen cómo llegaron al cargo y a quién están agradecidos.

Estás practicas se vuelven mecanismos de corrupción que superan la actitud de los individuos y alcanzan los cimientos de las instituciones y eso es verdaderamente lamentable.

 

A pie de página

Es terrible lo que ocurre en Veracruz y en algunas zonas de Guerrero, que por cierto, los medios de comunicación no están interesados en dar a conocer. Este lunes fue asesinada la fiscal especial en delitos sexuales y contra la familia de la región de Pánuco, Veracruz, Yendi Guadalupe Torres Castellanos. Los hechos ocurrieron  frente a la Unidad Integral de Procuración de Justicia.

 

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