El martes doce de diciembre fuimos testigos de una tarde de toros de éxtasis sinigual en la Monumental Plaza México. Ocho toreros y mismo número de conceptos pudimos apreciar en una tarde con significados especiales para nuestro país, en donde la fiesta brava se unió para ofrecer ayuda a los damnificados por el sismo del pasado 19 de septiembre.

Al conjuro del torero español José Tomás, uno de los más influyentes de la tauromaquia moderna, la gente se metió en masa a ver un espectáculo que quedará para la historia taurina de nuestro país a partir de lo que sucedió con cada toro.

Pero no todo giró en torno al llamado “Monstruo de Galapagar” pues si bien su anuncio generó una expectativa superior, la tarde fue abrochada por sólidas actuaciones de los toreros que esa tarde completaron el cartel, principalmente, uno de los más consentidos no solo de la afición tlaxcalteca, sino de todo México, el de Apizaco: Sergio Flores.

El arte, la elegancia, la valentía y lucidez de José Tomás en el ruedo de la Plaza México cimbraron las fibras más hondas del alma taurina. Un torero que aquel 31 de enero de 2016 en la misma plaza le quedó a deber a su afición pero que el día guadalupano se reivindicó como figura.

Como en sus mejores galas, la plaza se vistió para recibir a miles de aficionados del orbe taurino que disfrutaron cada instante de la tarde.

Desde la Virgen de Guadalupe minimalista en la arena, los claveles en burladeros, el himno nacional, la presencia charra, el Ave María del tenor Fernando de Mora, y el Cielo Andaluz para el paseíllo, fueron instantes que se quedarán grabados en el corazón de los diletantes.

Todo momento fue propicio para celebrar la grandeza de la fiesta brava, aunque es un hecho que, si con un cartel como este no se llenó la Plaza México, difícilmente podrá abarrotarse con un cartel de menor relevancia.

Pablo Hermoso de Mendoza, Joselito Adame, José Tomas, Octavio García “El Payo”, Julián López “El Juli”, Sergio Flores, José Mari Manzanares y Luis David Adame, completaron la fría tarde del doce de diciembre, una de las fechas más representativas del calendario festivo mexicano.

Justo cuando parecía que habíamos visto todo tras la actuación del español José Tomás, apareció un torero que destaca por su humildad y sencillez, que sin gran reflector ni equipo mediático poderoso, se ha ubicado como una de las cartas fuertes para la fiesta brava mexicana, el tlaxcalteca Sergio Flores.

Fue un toro de la ganadería Villar del Águila, hermana de Xajay, quien le dio la oportunidad a Sergio Flores de encumbrarse como el máximo triunfador de la tarde, pues para muchos, ejecutó una faena de rabo. Sin embargo, la autoridad quizás evitando que el de Apizaco se fuera por delante a Joselito y José Tomás, decidió otorgarle dos estrictas orejas.

El toro fue boyante, codicioso a la muleta de Flores, y colaboró en todo momento para ejecutar el toreo variado que ya le conocemos al tlaxcalteca. Sin embargo, considero que la faena hubiera sido de antología si el torero adoptara mayor temple y suavidad en las embestidas de ese ejemplar.

No sé si sea un mito o no, pero dicen los que saben que el torero moldea la embestida del toro en cuanto a calidad y velocidad, y esta faena fue demasiado acelerada, aunque quizás influya el hecho de que Sergio Flores ha adoptado la práctica de pasar prácticamente “crudos” a sus toros después de la suerte de varas, en donde por lo regular, ordena un breve puyazo.

La mayoría de las veces le resulta y eso se ve reflejado en el comportamiento del toro en la muleta. Aunque en esto del toreo, el arte que se aprecie es subjetivo, ya queda a la consideración de cada quien.

Pese a ello, el de Apizaco se colgó de los cuernos de la luna esa tarde. Conquistó lo que pocos, y en un detalle digno de reconocer por la vergüenza torera, fue el quite que exigió en el toro de Julián López “El Juli, después de que su ejemplar fuera dos veces al caballo. Desde ahí, Sergio mostró sus intenciones y las confirmó con el sexto de la tarde.

Sergio Flores triunfó ni más ni menos que a lado de las máximas figuras del toreo mundial. Esos toreros a los que quizás vio en revistas o televisión, hoy lo observan como un prospecto serio en la fiesta brava mexicana.

Habrá que verlo en plazas de España y Francia en donde si bien ya ha estado, falta que se consolide como un toreo imprescindible para las ferias importantes de aquí y allá.

 

 

 

 

 

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