“Cuando un periódico pierde credibilidad desaparece su prestigio y se destroza el respeto que la opinión pública pueda tener sobre sus opiniones y sus informaciones” -Guillermo Cano-

Ante la vorágine informativa que circula a través de diversos medios de comunicación en la actualidad, los ciudadanos se enfrentan a una constante y difícil decisión: ¿confiar en medios y periodistas o, aceptar que sirven a intereses particulares que nublan su objetividad y los vuelven tendenciosos?

Y es que el papel que juegan los medios en nuestro país es fundamental en términos sociales, sobre todo, cuando vemos que es, a través de, la labor que desempeñan periodistas involucrados en algunos medios de comunicación, que las cloacas son destapadas y evidenciados actos de corrupción que han impregnado a individuos e instituciones.

Hasta el 2014 el Instituto Nacional Electoral en colaboración con El Colegio de México llevaba a cabo una investigación cuyos resultados aparecían publicados en el denominado “Informe país sobre la calidad de la ciudadanía en México”.

El objetivo de la aplicación de encuestas que nutren este informe es la medición de la confianza que tiene la ciudadanía en instituciones y medios de comunicación.

Credibilidad en picada

Los resultados son verdaderamente catastróficos si comparamos lo que sucedía en el 2010 cuando el 61% de los mexicanos confiaban en su labor, mientras que para el 2014 el porcentaje cayó aún más, ya que solamente el 32% dijo confiar mucho o algo en ellos, es decir, que la cifra de quienes no confían alcanzó el 68%.

Para quienes consideran que los individuos que conforman una sociedad se encuentran en una etapa de inmadurez para discernir sobre la confiabilidad de un medio, creo que las cifras hablan por sí solas.

De ahí que las redes sociales -en la actualidad- constituyen una herramienta que permite a los ciudadanos poner en tela de juicio el manejo informativo de algunos medios de comunicación, que algunas veces se muestran críticos y otras, se vuelven un instrumento de halago incondicional para quienes constituyen sus principales fuentes de financiamiento.

Sin duda, la credibilidad es un problema que enfrentan hoy los medios de comunicación en nuestro país a nivel nacional.

En los Estados de la República el asunto es aún más grave, ya que la estructura mediática muestra una lamentable degradación de la labor periodista, ya que los buenos periodistas son cooptados a través de mecanismo de tipo económico, es decir, les llegan al precio como coloquialmente decimos.

Es un auténtico problema el esquema bajo el que funcionan la mayor parte de los medios de comunicación en nuestro país en términos financieros y Tlaxcala no está exenta de esa realidad, sino por el contrario, el fenómeno se ha agudizado aún más con la proliferación de medios digitales, fundamentalmente.

La venta al mejor postor

Las redes sociales nos permiten, con sus debidas reservas, percatarnos de la opinión que los ciudadanos tienen de los medios de comunicación en Tlaxcala y ésta no es muy favorable. Pese a que se consideró que los periódicos digitales nacieron como un instrumento de comunicación que contrarrestara las visiones oficialistas de los electrónicos o impresos, esto no fue así, sino por el contrario, se incorporaron a la misma dinámica de venderse al mejor postor.

Algunos medios de comunicación en Tlaxcala se han convertido en voceros de personajes o grupos en el poder, en una extensión más, de las áreas de comunicación social que cuidan y difunden la imagen de instituciones, dependencias y funcionarios.

Se han convertido -algunos, no todos- en auténticos francotiradores, contratados para tundirle al enemigo, han perdido la dimensión de su compromiso social, de la función tan importante que tienen al ser poseedores de espacios informativos.

El principio ético es lo último que mueve su labor periodística, lo más importante es el monto y el número de ceros en el cheque mensual. Han incursionado en lo que algunos estudiosos han denominado periodismo oficial, oficioso, cómodo y nulo de una perspectiva crítica.

Esa posición cómoda, oficial y oficiosa nos “está llevando” a una situación de periodismo precario, sin la fortaleza que se que requiere en tan noble actividad. A un periodismo faccioso, que ha contribuido a la caída en la aceptación de la ciudadanía. Sin embargo, esto último parece no preocupar a algunos que hacen periodismo en Tlaxcala, su nicho o target como dicen los mercadólogos, es otro.

El riesgo

El riesgo es alto si no se considera que hacer y construir periodismo con calidad profesional y ética, significa alcanzar credibilidad, es decir, la mayor fortaleza que puede obtener una persona o un medio de comunicación.

Hay quienes olvidan que el prestigio construido durante años se pierde por ambiciones momentáneas y reitero, que la credibilidad es el mayor y más difícil crédito social de los periodistas y los medios.

A pie de página

Cada viernes muchos ciudadanos estamos atentos al espectáculo que protagonizan los consejeros del Instituto de Acceso a la Información Pública y Protección de Datos Personales del Estado de Tlaxcala, porque de resultados y acciones en pro de la transparencia, ni que decir.

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