Y cuando Meade despertó, el dinosaurio seguía ahí. Porque por más que él no quiera hablar más de sus contrincantes y se haya dado cuenta de que la gente no quiere que los candidatos disfrazados de precandidatos se ataquen mutuamente en vez de dar soluciones a los problemas de la gente, hay toda una maquinaria electoral que se empeña en contradecirlo.

Porque mientras con expresión beatífica José Antonio Meade pide que no se ataquen, el presidente de uno de los partidos que lo postula, el Revolucionario Institucional, advierte a quien lo quiera oír que “López” (Obrador, obviamente) es un peligro para México, devaluaría el peso 10 % y llega a la contienda como “pollo desplumado”. A Ricardo Anaya lo llama “doble cara”, mentiroso y corrupto. Pero Meade tiene razón: no queremos oír los precandidatos ofendiéndose entre sí.

Las verdades del momento

Tal vez por eso el PRI lanzó un spot televisivo en el cuál el abanderado del Frente se desvive en elogios por Meade. “Un mexicano del que nos sentimos profundamente orgullosos. De los poquísimos mexicanos que han ocupado tres secretarias de Estado, el único habiendo (sic) participado en dos gobiernos emanados de distintos partidos políticos. No nos sorprende porque es una consecuencia de su preparación, de su solidez técnica, pero es sobre todo una consecuencia natural de su verticalidad y de su extraordinaria calidad humana”. Según este anuncio, “Esto piensa Anaya de Meade”. ¿Y debemos creerle? ¿A un doble cara, mentiroso y corrupto?

Pero en eso sí se equivocan. Es lo que pensó: en otro momento de la política, en una circunstancia necesaria, cuando el Pacto por México era una prioridad para el entonces bisoño diputado federal. Si uno no pudiera cambiar de modo de pensar ¿cómo se entendería que Morena reciba sin rubor el apoyo de Manuel Bartlett Díaz, Lino Corrodi y, de trasmano, de Elba Esther Gordillo? La política, explicaba el político español Manuel Fraga Iribarne, es el arte de lo posible pero,

para lograrlo, hay que intentar muchas veces lo imposible. Y cuando lo que importa es la creación de los consensos, un alma noble y generosa puede prodigar perdones, repartir indulgencias y cosechar votos. Por eso, refiriéndose al artífice de la “caída del sistema”, AMLO afirmó: “si en el pasado tuvieron un acto reprobable, pero están en condiciones sinceras de enmendarlo y actuar con rectitud, poniendo por delante los intereses de la Nación, debe de permitirse la participación de quienes en otros tiempos actuaron de manera incorrecta”. Es así como un verdadero Mesías perdona los pecados del simple mortal.

Si después se peleó con Jesús Silva-Herzog Márquez, Enrique Krauze, Denisse Dresser  yRaymundo Riva Palacio es que éstos son parte de la “mafia del poder”, definida como el grupo de personas que no reconocen su liderazgo absoluto. Y quienes no se plieguen a sus deseos no pueden ser salvos. Ni modo.

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