De nueva cuenta la madre naturaleza nos ha sorprendido con un sismo que se dejó sentir en buena parte del territorio mexicano y cuyo epicentro de 7.2 grados, desgraciadamente, ocurrió en el estado de Oaxaca.
A Pinotepa Nacional le tocó sufrir el embate de este movimiento telúrico que a pesar de varios daños materiales en casas y edificios, no ocasionó pérdida de vidas, no obstante, horas después, un helicóptero en el que viajaba el gobernador de ese estado, Alejandro Murat, y el secretario de Gobernación, Alfonso Navarrete, se desplomó, justo cuando se dirigían a realizar un recorrido por la zona afectada junto con otros funcionarios federales y estatales.
La verdad es que los oaxaqueños aún se encuentran en recuperación después del terremoto del 19 de septiembre pasado, al igual que otros puntos de la República Mexicana que también resultaron severamente afectados.
Lo preocupante de la situación es que la asistencia para los damnificados ha fluido lentamente, mientras que la reacción de la comunidad internacional fue inmediata, lo que nos ha llevado a preguntarnos la razón de ese retraso en virtud de la urgencia y necesidad imperantes.
Más aún, la tierra no ha dejado de moverse lo cual también es alarmante, en diversos lugares del mundo se han registrado estos eventos y ya no se diga de Oaxaca, el lugar más castigado en nuestro país por este fenómeno natural de manera constante, además claro, de Morelos, donde ocurrió el epicentro del sismo de septiembre de 2017.
No sabemos si ocurra un fenómeno más potente, pero de haberlo, la población estaría en aprietos porque si no ha sido atendida al 100 por ciento se acumularían los casos y el padecimiento de las familias, claro que no lo deseamos, pero la celeridad tanto en la cultura de la prevención como en la reacción inmediata es algo que deben de prever las autoridades, que la naturaleza no sabe de fechas electorales ni de otro tipo de urgencias políticas.
La lógica debe imperar, pues nuestro país se encuentra situado en el área conocida como el Cinturón de Fuego del Pacífico que une a América con Asia, en él se registran el 90 por ciento de todos los sismos del mundo y 80 por ciento de los terremotos más grandes. En esta región se encuentran ubicados desde Japón hasta Canadá, Chile, y por supuesto México, entre gran parte de Latinoamérica.