Desde estas líneas de Punto Focal hemos insistido en que nos encontramos viviendo un proceso electoral de relevancia máxima para el país y para quienes en él habitan, necesitamos auténticos líderes que trabajen desde cualquier trinchera que les toque, urge suprimir la telaraña de corruptelas a las que nos han tenido acostumbrados, porque si como ciudadanos nos enteramos que un político, o líder sindical, tiene mano libre para robar a lo absurdamente escandaloso con escasas o nulas repercusiones, qué esperamos de nuestras autoridades.
Lamentablemente, las opciones para quienes aspiran a la máxima magistratura del país están cargados de una serie de interrogantes que nos dejan en serio estado dubitativo, basta con echar un vistazo a los medios de comunicación para darnos cuenta de todo lo que se dice de ellos, y que no se diga en las redes sociales, al principio pensé que se trataba del golpeteo “normal”, o guerra sucia como también se conoce, entre los competidores de este carrera comicial, pero surgen evidencias, nombres, se desenredan las madejas ante nuestros ojos.
Que Meade es responsable de los gasolinazos, del aumento en el ISR, de privilegiar los intereses privados antes que de los públicos, que es el que ideó la situación por la cual atravesamos actualmente los mexicanos en cuestión económica, que es parte de la Estafa Maestra en la que se han desviado miles de millones de pesos. Esto me hace pensar que todo ese desvío de recursos lo compensan con el bolsillo de los mexicanos, por eso tanta alza de precios.
Sobre Ricardo Anaya también nos enteramos que lo acusan de lavado de dinero, de tener una cuantiosa fortuna que ha amasado de manera inexplicable, de amenazas, de la incoherencia de tener viviendo a su familia fuera del país, entre otras cuestiones.
Sobre López Obrador, de igual manera, pesan una infinidad de acusaciones, como su incongruencia de vivir del presupuesto y declararse antisistema, de lo inexplicable de la procedencia de sus recursos para mantenerse, de no ser claro sobre la declaración de sus posesiones, de tener una intricada red de aliados y no todos con buen expediente, como en el reciente caso de Napoleón Gómez Urrutia, y otro tipo de personajes que la verdad por más vuelta que le demos no nos explicamos cómo es que los han llamado a integrar el equipo de este candidato.
Tampoco pasan desapercibidos los casos que se dan a nivel local y rumbo a las senadurías y diputaciones federales en los que no encontramos explicación del apoyo que reciben de los partidos para lograr su cometido.
En fin, que quienes debieran de poner el ejemplo con un expediente limpio e intachable, son los principales señalados de una serie de irregularidades que desde un inicio debieran impedirles de ser ungidos como candidatos, ¿entonces qué salida nos dejan a los ciudadanos? ¿Qué opciones de cambio real tenemos? ¿Qué expectativas de un mejor país podemos hacer realidad?
¿O vamos a tener que seguir aplicando en la votación aquella máxima de elegir al que pensamos es el menos peor en lugar de elegir al mejor?
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