Hace tres meses llegué a Tijuana debido a un programa de movilidad universitaria para realizar un semestre en otra institución. Yo decidí utilizar ese programa para estudiar y de paso sentir la vida cotidiana en Tijuana. Desde muy morrillo tenía interés por algunas situaciones que sabía acontecían en esta ciudad, entre ellas su multiculturalidad, su situación fronteriza, los cholos, el spanglish y finalmente, el colectivo Nortec.
Cuando por fin pude realizar mi sueño, Tijuana me recibió con una cruda realidad, su vida era mucho más cara de lo que pensaba, las rentas por ejemplo, se encuentran en el tercer lugar de las de más alto costo en el país, así como el transporte público que está tres veces más caro que cualquier ciudad del centro. Los tacos son tan ricos como altos en precios, ¿pueden imaginar un taco (sí, un taco con tortilla chiquita) en 25 pesos y un tamal o un atole en 20 pesos cada uno? Por otro lado, la ciudad no es exactamente bella, el crecimiento sin planificación trajo consigo un caos vial insoportable y una organización urbana que dista mucho de parecer ordenada, esto se comprende claro, por la rapidez del crecimiento, en los años 80´s apenas eran poco menos de 500 mil habitantes, actualmente son aproximadamente 3 millones, aunado a ello, está el fenómeno de población flotante, siendo la frontera más transitada del mundo. Cada día ingresan a la ciudad una cantidad inmensa de migrantes en busca del sueño americano y que al no poder ingresar a los EUA se quedan indefinidamente en la ciudad. La inseguridad también es algo que la distingue, siendo una de las 5 ciudades más peligrosas del orbe. Es por todo ello que al llegar a Tijuana uno debe detenerse, reflexionar, entender la situación geográfica y política en la que se encuentra y luego degustarla, y eso fue, justo lo que no hice al llegar.
La cultura en Tijuana es una amplia gama de variabilidades antropológicas. Hay posibilidades para todos los gustos y disgustos. La avenida Revolución, “la cuna tijuanense”, ofrece al turista cualquier cantidad de lugares para la diversión y el placer, por eso Krusty el payaso la nombró “el lugar más feliz de la tierra”, también fue esta avenida la que inspiró a Manu chao para hacer esa canción que dice: “Welcome to Tijuana, tequila, sexo, marihuana”. Es en este lugar se puede encontrar espacios con una personalidad que se ajusta a cualquier gusto y presupuesto, además de encontrar deliciosas cervezas artesanales, que por cierto, son de las mejores en el mundo. En la calle primera, el mercado sexual también es muy rico en variantes.
Pero no todo en Tijuana es fiesta y placer carnal, el CECUT por ejemplo, con su hermosa arquitectura, es el centro cultural más importante de la región, lo mismo ofrece exposiciones de arte, conciertos, cine, conferencia, así como festivales de danza o teatro. Por otro lado se encuentra la organización civil que en este rubro también es muy sustanciosa, pues hay diversos y diferentes colectivos con gente trabajando desde la alternancia al sistema gubernamental. La cultura popular no se queda atrás, la lucha libre, las bandas norteñas, los tacos de asada, los grupos contraculturales tienen sus espacios. Darks, otakus, cholos y reguetoneros no tienen problemas. El spanglish se puede escuchar frecuentemente, los burros como cebras, los comercios con “mexican curios” y las farmacias son un fenómeno particular. Y la comida, ¡uy la comida!, ese es un tema que podría llevarnos un libro. La “baja media” se ha calificado en la actualidad, como una de las más interesantes cocinas en el mundo, con mezcla de carnes, marisco y vinos.
Es decir y para terminar, en Tijuana empieza la patria y el amor y la cultura de México, desde aquí ya es posible sentir la calidez del mexicano y el orgullo de nuestra piel de bronce.
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