En últimas fechas el agua de barranca, bebida característica del municipio de Zacatelco se ha popularizado a nivel local y nacional, luego de que en 2014 fuera decretada como Patrimonio Cultural Inmaterial.

En la actualidad más de un centenar de mujeres se dedican a la elaboración y venta de dicha bebida, hecha a base de ingredientes milenarios como el haba, maíz, canela, anís, cacao y es endulzada con piloncillo.

María Cristina Carvente, quien por más de tres décadas se ha dedicado a este oficio, cuenta que le fue heredado por su suegra, quien a su vez lo recibió de parte de su madre, por lo que desconoce el año en que nació esta icónica bebida.

Cuando yo me case mi suegra tenía como 70 años y fue cuando me enseñó a prepararlo, haciendo cuentas esto tiene más de cien años, lo único que se es que antes el cacao era como una moneda de cambio”, dijo.

Su elaboración requiere paciencia y precisión, debido a que cada ingrediente tiene un sabor característico y no debe excederse uno más que el otro o pierde su sabor tradicional.

En primera medida para obtener la masa, se tuesta el cacao, haba y maíz, posteriormente se muelen y se le agrega el anís para que le dé sabor, en este punto María Cristina Carvente señala que con anterioridad se utilizaba un metate para “martajar” los ingredientes, pero ahora se lleva al molino para ahorrar tiempo.

Los utensilios que se requieren para preparar el agua son un cajete o cazuela de barro, un molinillo y una coladera o cenidor, la bebida debe estar en constante movimiento para que se forme la espuma, “le dicen agua de barranca porque cuando baja agua por una barranca se hace mucha espuma y así queda cuando se estanca”, explica.

Mencionó que en su caso ha comercializado esta bebida en municipios de Puebla e Hidalgo, pero tiene conocimiento de que otras compañeras ya han traspasado fronteras y deleitado a personas de otros países.

Por su parte, Jessica Vázquez guía de turistas, destacó que esta bebida es una actividad que ha perdurado gracias a que se ha heredado de generación y se cree que su comercialización se remonta al año 1800, cuando decenas de mujeres se instalaban en los alrededores de la Parroquia de Santa Inés para venderla.

Actualmente se pueden ver pequeños puestos no solo en el municipio de Zacatelco, sino en varios puntos del territorio tlaxcalteca ofreciendo está arenosa pero fresca bebida.

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