La semana pasada fue anunciado el hermanamiento entre las ciudades de Tlaxcala y Aguascalientes, dos sedes que, como hemos dicho en este espacio, representan mucho para la fiesta de los toros en nuestro país, ambas tienen su historia y su relación, pero también encuentro diferencias.

La cultura que Tlaxcala ha difundido en materia taurina durante los últimos años le han permitido posicionarse como una de las sedes más importantes en todo el país, desde coloquios, conferencias, congresos, foros, tertulias y desde luego sus eventos taurinos en la plaza.

Es en este último apartado en donde quizás nuestro estado ha quedado a deber. Hemos sido testigos de encierros que es evidente que no cumplen con la edad, la presencia es paupérrima, y no ha sido una vez cuando el ganado ha sido “parchado” horas antes de que se abra la puerta de toriles.

Aunado a ello, las empresas taurinas son tan sensibles que no aceptan la crítica pese a los petardos que llegan a pegar. Se esconden, evitan a la prensa y prohíben el acceso a los periodistas incomodos que difunden sus pifias.

Por otro lado, en Tlaxcala se ha despertado el interés de la fiesta brava en municipios que anteriormente poco dinamismo mostraban respecto a la celebración de espectáculos taurinos, por muy modestos que sean, pero finalmente provocan que la gente hable de toros.

Las capeas tan tradicionales de Tlaxcala encabezadas por la ya tradicional Huamantlada, han ofrecido la oportunidad para que los torerillos demuestren su valentía y se confirme que, en un municipio como Huamantla, la fiesta brava se percibe por todos sus rincones.

Tlaxcala tiene múltiples argumentos para presumir su fiesta de toros, uno más es la protección que se le ha dado al declararla patrimonio cultural del estado, pero aún falta por hacer.

En contraste, Aguascalientes se ha convertido en un semillero de buenos novilleros y por ende, matadores de toros.

Sin embargo, a lo largo de los años hemos sido testigos de que a sus toreros –tengan o no sólidos argumentos–, los impulsan hasta verlos en sitios atractivos en nuestra fiesta brava mexicana.

Eso sí, aquellos a los que les gana la presión, van quedando relegados y sólo se quedan los de mayor recorrido en tardes de toros.

Ahí está el mayor de los Adame, Joselito, quien pese a no tener una técnica tan depurada u ortodoxa, se ha colocado como uno de los favoritos en el gusto de la afición a los toros.

Es decir, en Aguascalientes también se vive la fiesta brava de manera especial, desde niños se comienza a hablar de toros y se difunde la cultura taurina.

Convertida en una de las máximas exponentes y semilleros de toreros, la capital hidrocálida estrechará lazos con Tlaxcala, en un hecho trascendental que incluirá la visita del cabildo aguascalentense a nuestra querida capital tlaxcalteca.

Moderno Reglamento

Es probable que esta semana se dé a conocer el nuevo reglamento taurino para Tlaxcala, que pretende modificar algunos aspectos que contravienen a la protección que se intenta dar a la fiesta en nuestro estado.

Al contar con el aval del Congreso local y de la Consejería Jurídica del Estado, sólo falta que el gobernador Marco Mena lo mande a publicar.

Con ello, la entidad tlaxcalteca contará con el documento reglamentario en materia taurina de los más modernos del país.

Hasta siempre

Ya que hablamos de la bien llamada “tierra de la gente buena”, la semana pasada una noticia cimbró los círculos taurinos de nuestro país y el mundo, al enterarnos de la muerte del torero hidrocálido Mario Aguilar.

Sólo él supo los motivos que le llevaron a tomar la difícil decisión de quitarse la vida, y no es cuestionable. Desde este espacio deseamos pronta resignación a su familia en Aguascalientes.

El trágico hecho convocó a la familia taurina de Aguascalientes que rindió un sentido homenaje a Mario Aguilar en el templo del Señor del Encino en el tradicional Barrio de Triana, y después en la plaza de toros San Marcos, en el barrio del mismo nombre.

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