Conforme pasa el tiempo, pasa mi vida y pasa la de todos. Niños con la añoranza de ser mayores, y que en un abrir y cerrar de ojos, ese deseo se convierte en una inminente realidad a la que debemos enfrentar con nuestra mejor cara, condición y energía.
Desde siempre, he creído sinceramente, que a la vida no le podemos asignar un precio y menos un valor; pues tan solo basta con poseerla para tener la esperanza, que no es otra cosa que la expectativa de continuar… viviendo y con ello producir, generar y construir una mejor vida de acuerdo a nuestras expectativas. Y es que vivir, en cualquier instancia de la vida es, simplemente fenomenal, maravilloso, genial.
Basta con probar, mirar, tocar, sentir, oír o disponer de nuestros sentidos de manera independiente o en conjunto, para percibir y disfrutar la belleza de la vida. Incluso a pesar de que podamos contar con alguna limitación o discapacidad, pues sólo con percibir de alguna forma la majestuosidad de nuestro entorno, o la emoción que nos puede generar un ser amado, les permite y reconforta para incrementar su emoción y ganas por vivir: Pues gracias a ello siempre existirá la esperanza de recuperarse y poder disfrutar totalmente lo que el Ser Supremo, la vida, la suerte o el destino nos prodiga. Lo expreso así, porque sin duda alguna lo puedo asegurar, pues he tenido al igual que todos, la dicha de vivir situaciones, quizá difíciles y complicadas, sin que esto ahuyente mi fe y esperanza para creer en la vida y disfrutar todo cuanto se me presenta.
Lo que me motiva a compartir de alguna manera con ustedes, la necesidad de disfrutar la experiencia de vivir día a día, y a que reflexionemos para no malgastarla cuando nos enojamos, peleamos o peor cuando nos sentimos tristes o con odio o rencor hacia alguien, porque algo no es como lo deseamos; o no recibimos lo que creemos de otros; o porque no contamos con los bienes, fama, poder o riquezas que creemos merecer de la vida.
Ya en algún momento había comentado con ustedes, que el periodo de nuestra de vida es tan corto pero tan corto, que desperdiciar un simple segundo preocupándonos o enojándonos por algo, haya o no razón o solución. En lugar de disfrutar las bendiciones que el creador nos prodigó para nuestro uso, deleite, disfrute, goce, resultaría inexcusable.
Desde mi perspectiva es importante percibir los errores, tropiezos, fracasos, dolores y convertirlos en enseñanzas de vida; al desprecio o desamor que nos puedan otorgar, sirva como un receptor que filtre nuestra capacidad para amortizar esos golpes bajos a nuestro ego; a la limitada posesión de bienes materiales, de conocimientos, de cultura o de riqueza, como una catapulta para alcanzarlos; a los sueños como objetivos por alcanzar; a la falta de amigos como un medio para recibir con agrado y amor a todo aquel que se nos acerque; y a la misma tristeza como un regulador para ofrecer bondad y caridad que se pueda convertir en alegría. Así y solo así, seguramente lograríamos entender mejor el enorme privilegio que es vivir.
Sin temor a equivocarme, algunos pueden afirmar que todas esas circunstancias tomadas a la ligera parecieran negativas. Lo pueden ser, si no las sabemos entender, canalizar y superar.
Pero al final de cuentas, día con día nos enfrentamos a cosas difíciles, negativas, complejas, inentendibles, pero al final de cuentas estas son las que nos deben hacernos madurar y ser mejores. Ya que las situaciones antagónicas, reitero, más allá de lo inmediato, nos deben permitir la adquisición de un poco de experiencia, sabiduría, conocimientos y fortaleza.
Como si se tratara de una competencia, en la que hay que practicar constantemente para alcanzar el objetivo. Lo cual nos permitirá apreciar lo maravilloso de vivir y que implica, el disfrutar de la vida siendo felices.
Desde mi perspectiva, bien vale la pena analizar y comprender al respecto; pues la vida es tan breve y a la vez llena de oportunidades para lograr la plenitud emocional, física, material y espiritual, que se convierte en un regalo de vida no solo para sí, sino para todos aquellos que nos rodean. Y lo mejor que todo eso no tiene un valor monetario, por lo que fácilmente se pueden adquirir, y depende exclusivamente de nuestra actitud y aptitud frente a los eventos de la vida diaria para alcanzarlos. Porque eso también es: “Dar de sí, antes de pensar en sí”.