Antes de iniciar formalmente, quiero agradecer a esta mi casa editorial Síntesis, que desde hace 365 días me permite compartir con ustedes, mis sueños, locuras y más. Y especialmente a la licenciada Kori nuestra Directora, por la confianza en mí y mis escritos. Y a ustedes muy gentiles lectores por sus comentarios, sugerencias y hasta quejas.

A raíz de mi labor cotidiana en esta época, consistente en la evaluación a personal que debe laborar en una institución. Me he percatado de una serie de inconsistencias, horrores y errores elementales de aquellos que acuden a solicitar empleo. Y que pudieron ser evitados si desde pequeños, en la adolescencia o ya de a perdida, cuando estuvieron en la universidad, le hubieran dedicado un poco de tiempo a la lectura, a la escritura y a manifestar verbalmente sus ideas. Pero tristemente no acontece así, ni por obligación y menos por voluntad. Y tratando de enfocarme a la lectura, desde mi humilde perspectiva, esta no entra ni por asomo en sus opciones de ocio. Es más, si tienen un rato libre, tendrán las mismas probabilidades tomar un libro, ponerse a ordenar su recámara y rezar un rosario. O sea, ninguna de ellas llenará sus expectativas para atender en ese tiempo libre.

Debemos estar conscientes que los que no leen no son casos aislados, y que aquellos que ejercitan la lectura, tienden a considerarlos “bichos raros”, por la nueva generación de muchachos digitales que hemos creado. Al tratar de hacer un poco de memoria, viene a mí que de manera recurrente los padres, reconocemos y nos preocupa que nuestros hijos no leen, al igual que tampoco comen frutas ni verduras, lo que en teoría nos lleva a pensar que están desnutridos física pero también intelectualmente. Lo que me resulta preocupante, pues no hacemos nada por cuidar la integridad de los hijos. Según los estudiosos, no se llega ni al 20% de los menores que leen diariamente. Porcentaje que casi afirmo, incluye a los menores que leen un libro con sus padres.

En innumerables ocasiones he escuchado, que los hijos aprenden con el ejemplo, que si los menores ven leer a sus padres, estos seguro acaban leyendo. Permítanme esbozar cuando menos una breve sonrisa de incredulidad, pues no siempre acontece así. Ya que conozco a amigos que son lectores y verdaderos devoradores de libros, quienes al irse de vacaciones prefieren llenar sus maletas de libros y ensimismarse durante este periodo en la lectura. Y qué creen, sus hijos ni por equivocación toman un libro que no sea para dárselo a alguien. Además de comentar con sus amigos que su familiar lo hace solo para no estar con él o ella.

De igual forma, otros opinan que el fomento a la lectura inicia cuando se leen cuentos a los pequeños, lo que despierta su gusto por la lectura. Sin embargo, eso no siempre sucede. Pues habrá quien diga que sus hijos son inmunes a ese “mal vicio de la lectura”. Pues les han otorgado horas con la lectura de cuentos, que si las equipararan con el aprendizaje de otro idioma o la práctica de un deporte, seguro que dominarían la lengua o serían candidatos a las siguientes olimpiadas. No así con el hábito de la lectura de sus hijos.

Otro mecanismo que sugieren hoy día los instrumentos tecnológicos, es la utilización de listas con los mejores libros para cada edad. Sin embargo, tampoco suelen ser tan confiables, pues los intereses de los hijos tienden a ser extremos y sorprendentes para iniciar y fomentar el gusto por la lectura. Que una relación de sugerencias no es suficiente.

Siempre se han publicado libros maravillosos, increíbles e inimaginables, sin embargo, actualmente he tenido la oportunidad de tener en mis manos, ejemplares con magníficas ilustraciones, magistralmente editados, con gran colorido y dibujos maravillosos. Lo que debiera motivar y cautivar a nuestros hijos para que cambien su perspectiva, objetivos, visión y posibilidades en este gran mundo en el que les ha tocado vivir.

Dicen que la lectura infantil y juvenil está de moda, lo que realmente me gusta y emociona y de lo que creo haber sido partícipe con mi familia. Pues reconozco que en casa tengo asiduos lectores a los que debo frenar en seco, pues su ávido deseo por la lectura los lleva a exigir la adquisición constante de textos. Lo que espero los lleve por un mejor rumbo y con objetivos definidos, hacia el futuro que ellos están construyendo. Leer, escribir y hablar es vital en cualquier universo y en lo laboral, es más. Demos el primer paso a ese cosmos por nuestro propio bien y el de nuestra familia, pues eso es… “Dar de sí, antes de pensar en Sí”.

porelplacerdeservir@hotmail.com

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