Comenté en la anterior entrega, que la familia es el referente básico para las personas, es donde nos formamos, adquirimos costumbres y nos apegamos a nuestras raíces, es el entorno que nos proporciona cuidado y amor, es donde se deben cerrar filas ante las agresiones del exterior.

No obstante, debemos tomar en cuenta que también la familia se encuentra amenazada por muchas situaciones externas e internas.

Los padres deben encargarse, y son responsables en mayor parte del ejemplo que reciben sus vástagos, conducta, valores, unión, y del ambiente que ellos perciben dentro del hogar.

En la familia es donde se debe abastecer la unión social, que constituye la base de los lazos afectivos en las relaciones familiares, además, es donde se ejercita la integración de los roles sociales y la aceptación de la responsabilidad.

Pero a través del tiempo la relación y el ambiente familiar ha cambiado drásticamente por diversas causas, por ejemplo, el nivel de aspiraciones materiales rebasa el nivel de las posibilidades; los pilares básicos de la unión, el hombre y la mujer, se ven obligados a pasar largas jornadas fuera de casa, uno de los principales motivos por los cuales los integrantes no conviven todo el día, y estamos hablando de la familia estructurada por el padre y la madre.

Otro de los embates que se deben soportar es de los medios masivos de información que generan confusión y enajenan a los jóvenes; enseguida, los divorcios se mantienen en una alta incidencia por la dificultad para resolver conflictos, lo que da como resultado familias con diferentes estructuras a padre, madre e hijos, lo que nos conduce a pensar que la institución familiar atraviesa por fases críticas.

Los periodos por los que pasa una pareja en su proceso de estabilización puede afectar la etapa adolescente de un individuo que se enfrenta al aislamiento, soledad, desconcierto, caos, uso ocasional o abuso de drogas, así como cambios físicos y mentales que facilitan las amenazas.

En el periodo adolescente de los hijos, la pareja pasa un periodo en que la pérdida de juventud se compensa con aventuras extramaritales, pero al final de esta etapa, los límites se hacen extraordinariamente estables, fases complejas en la vida como la adolescencia y el ciclo vital de la pareja, se conjuntan en un momento inconveniente.

En muchas ocasiones, las conductas disfuncionales son un síntoma de que el sistema familiar no está funcionando correctamente; la falta de convivencia, respeto y comunicación entre todos los miembros puede facilitar el desarrollo de la dependencia a las drogas. El adolescente problemático es el portador de los síntomas de la disfunción de la familia.

Somos seres humanos que necesitamos de una familia, en donde un deficiente acercamiento y comunicación entre sus miembros, llega a tener influencia en el desarrollo de conductas negativas, como el alcoholismo o farmacodependencia y por lo tanto, debe reconocerse como una institución donde sus miembros están protegidos.

El proceso familiar debe poseer un clima de honestidad, atención, respeto mutuo, comprensión, amor, un hogar seguro para que sus integrantes puedan liberar la frustración, ventilar la hostilidad y expresar sus sentimientos. La comunicación ayuda a que la familia se convierta en el adecuado vehículo para el desarrollo de los miembros.

Retroalimenta: malo_en@hotmail.com

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