Un minuto antes de comenzar mi cumpleaños y dispuesto y concentrado para meterme a bañar con agua fría, digamos que como un ritual de iniciación en mi nueva vuelta al sol, coloqué mi celular, que apenas contaba con dos por ciento de batería, a un lado de la regadera para señalarme el momento justo y entrar al ruedo del líquido purificador. Quince segundos antes de marcar el punto exacto, el celular se apagó. Con las manos mojadas, en un rápido intento por reparar el plan, tomé el aparato e intenté prenderlo de nuevo. Comprendí entonces que cualquier tentativa de reparo arruinaría por completo mi proyecto. Decidí no sortear el tiempo que restaba y opté por tanto meterme al agua inmediatamente. Lo hice. Minutos después, bañadito y listo para comenzar el año, mi nuevo año me refiero, me acerqué al celular y lo puse a cargar. No cargó. Revisé todo: cargador, apagador, reemplazo de cable, pruebas con otros celulares, armada y desarmada una y otra vez del equipo, en fin, todas las posibilidades que yo podía hacer y nunca prosperé. Siempre una rápida prendida seguida del frustrante black mirror. Una señal quiero encontrar en este evento. Una señal que me sugiere otro camino para moverme en este andar-vivir en sociedad.

Andar estas primeras horas de este mi-nuevo-ciclo sin celular me han puesto muy feliz y animado. Dejar todo lo que ahí contego: planes, compromisos, pláticas, fotos, anotaciones, contactos y para las cosas que me sirve: reloj, despertador, agenda, medio de comunicación, me ha dado otras dimensiones para estar en sociedad, para comprenderme en este tiempo que se agita y se corrompe, donde se defienden y rompen las ideas, las personas, las sociedades. El mundo todo resumido en un celular. Entonces me pregunto ¿Qué soy en este presente tecnificado? ¿Qué puedo escoger en este mundo hiperinformado? ¿Es el celular mi primer implante auto-adherido? ¿Por qué he dejado cada vez más esa comunicación que se hace frente a frente y que produce su sonido con la boca y no con una bocina? ¿Por qué la pantalla y no la piel?

El futuro es hoy” podría ser la etiqueta de nuestros días dado el desarrollo tecnológico del ser humano. En el campo de la comunicación vivimos experiencias imposibles para épocas pasadas. En casi todos los espacios del globo terráqueo hay una red de comunicación digital solo limitada por gobiernos retrogradas. Las relaciones del mundo como una comunidad global son un hecho. Las tecnologías de la comunicación lo mismo nos ayudan a platicar con un amigo en Japón que ha transmitir en vivo una conferencia para Moscú. Las sociedades se han globalizado y con ello las necesidades homologado y los deseos empatado. La piel ha cambiado a una textura algorítmica y las emociones son enviadas a través de likes y los gestos en emojis. El desarrollo de la comunicación ha engendrado relaciones humanas sin cuerpos y los placeres se han desplegado principalmente en el sentido de la vista. El contacto piel a piel ha disminuido y las amistades a través de la red se han expandido. Una época tecnocétrica, nos ha devorado.

artodearte@gmail.com

DEJA UNA RESPUESTA

Please enter your comment!
Please enter your name here