“La información es poder” –Bill Gates-
Los orígenes y el significado
Alguien me dijo alguna vez que cuando vamos a abordar un tema que se ha vuelto complejo, es conveniente acercarnos a él, a través de preguntas que emergen del sentido común, de inquietudes primarias, de cuestionamientos sencillos. Creo que para hablar de la transparencia vale la pena preguntar ¿Por qué los individuos y las sociedades han tenido que incorporar a sus leyes la obligación de transparentar su información?
Quienes se han remontado a la historia, señalan que en la antigüedad los filósofos asociaban la ignorancia con la oscuridad y el conocer con la luz. Es el momento en el que la información se vincula con la transparencia, como una especie de cualidad física de los objetos mediante la que podemos ver a través de ellos.
Al parecer, desde ese entonces en el pensamiento occidental, la luz estuvo asociada a la razón, a la información y a la verdad.
El problema
El problema es que en una sociedad como la nuestra, con una historia muy particular en sus diversas etapas, el ocultamiento se volvió un recurso para mantener ideas, creencias y recursos a salvo de los poderosos, mostrarse o abrirse como diría, Octavio Paz, significó en la cultura mexicana el quedar vulnerable, mostrar las debilidades.
En el contexto del miedo
Durante el periodo de la Conquista, los indígenas ocultaron sus riquezas, ideas, cosmovisiones, creencias religiosas y deidades, por temor a ser castigados e, inclusive, perder la vida, ante el avasallante y cruel dominio de los hispanos, que dio como resultado la imposición de una religión nueva. La maquinaria trabajaba a marchas forzadas para lograr la conquista espiritual.
Las crónicas relatan cómo los indígenas colocaban debajo de las cruces a las pequeñas figurillas que representaban a sus deidades. El ocultamiento se dio en eta etapa de la historia del dominado, frente al dominador. Más adelante las cosas cambiaron.
La creatividad para ocultar la riqueza
En otro momento de la historia de México, en el periodo Colonial a unas cuantas décadas de que concluyera el siglo XVIII se implementaron en las colonias hispanas las denominadas “Reformas Borbónicas”, cuyo objetivo primordial, fue el de recuperar el control político y económico de las posesiones españolas en América, ya que los nacidos en estas tierras, es decir, los criollos, se habían enriquecido al margen de las disposiciones de la Corona, es decir, los recursos no llegaban a España, pasaban por múltiples manos y eran prácticamente “ordeñados”.
Los hijos de los españoles nacidos en la Nueva España crearon los mecanismos para ocultar la riqueza que se estaba generando en estas tierras. Fueron hábiles para crear las complicidades necesarias y “maquillar”- mediante la rendición de cuentas falsas- el monto verdadero de las riquezas que se generaban y que debían llenar las arcas de la realeza española, que esperaba que su empresa iniciada en el siglo XV rindiera grandes frutos.
En la actualidad
Sí pensamos el problema del ocultamiento histórico que han hecho diversos actores a lo largo del tiempo y lo vinculamos a los reclamos “modernos” de una sociedad que exige, cada vez más, la actuación transparente de funcionarios públicos, representantes partidistas, gobernantes y autoridades de todos los niveles, nos enfrentamos a un fenómeno extraordinariamente viciado y arraigado entre los mexicanos, lo que no significa que por ello, deba justificarse.
En las últimas décadas hay una cantidad enorme de personajes que se han convertido en verdaderos íconos del ocultismo financiero; que han mostrado una inteligencia sui géneris para hacer fraudes, desviar recursos públicos; enriquecerse mediante negocios turbios; aprovecharse de su posición al frente de gobiernos para llenar sus bolsillos y el de sus familias.
Son los delincuentes de cuello blanco, aquellos que tienen a los mejores asesores financieros; que hacen uso de las nuevas tecnologías para hacer más eficiente y rápido el desvío y ocultamiento de recursos que luego son justificados –mediante esos mismos mecanismos o estrategias- en la aplicación de programas sociales que son “cacareados” en los medios de comunicación.
Quienes han seguido a través de investigaciones periodísticas al ex gobernador de Veracruz, Javier Duarte, han revelado la sofisticación que caracteriza al orquestador de uno de los más bochornosos actos de corrupción de un servidor público en México, al menos, que ha salido a la luz pública. Este individuo es un maestro del fraude ya que empleó los mecanismos más sofisticados para maquillar sus corruptelas.
El fraude, cual si fuera un arte, se ha vuelto cada vez más complejo mediante la implementación de ideas innovadoras y el apoyo de las nuevas tecnologías. En la medida que se persiguen los delitos con mayor intensidad y con estrategias, relativamente más eficientes, en la misma medida se crean los mecanismos para evadir, ocultar, lavar, maquillar, justificar, en pocas palabras, “transar”.
La transparencia un mito de la actualidad
Pese a la creación de organismos a nivel federal y en los estados para transparentar la actuación de los servidores públicos, la realidad muestra que esa búsqueda por un adecuado uso de recursos por parte de los entes obligados, es un mito de la modernidad.
Como aspiración es legítima, sobre todo, si hablamos de la necesidad de fortalecer el modelo democrático de nuestro país, que exige que la rendición de cuentas y la actuación de los servidores públicos sean “transparentes”.
En nuestro contexto local
A nivel local es difícil hacer un recuento de personajes, actos, formas, estrategias, complicidades y mecanismos para “no transparentar” el uso de recursos. La información y la posesión de ésta es un recurso que dota a los individuos de Tlaxcala, como de otros contextos, de poder. Situación que hasta ahora parece mantener a los grupos de poder como intocables, impermeables a cualquier escándalo que revele información que los coloque en los reflectores, como ha sucedido en otros estados.
A pie de página
Es fundamental que los medios de comunicación y aquellos periodistas comprometidos profesionalmente con la transparencia trabajen en cambiar el rostro de una actividad cuyo rostro se ha diluido con el pretexto de supervivencia frente a los capitales que los sostienen.
Por cierto, ojalá el viaje de nuestros diputados sea fructífero y se entregue un informe de los resultados alcanzados. Recordemos que estamos en una etapa de austeridad “republicana”.
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