En las últimas semanas hemos estado duramente sometidos a una vorágine de información desmedida acerca de la consulta y posterior decisión de cancelar la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México en la zona del lago de Texcoco.

La campaña mediática a favor y en contra de esta decisión ha sido ingenuamente retomada por muchos usuarios en las redes sociales que se han convertido en un auténtico cuadrilátero desde hace mucho.

Hemos recibido ríos de información sobre la mala decisión que es el cancelar un proyecto de esta envergadura y que tiene tantos involucrados, a la vez, de lo malo que resulta el ubicar un aeropuerto en Santa Lucía, y sí, la información en ambos sentidos ha sido basta, pero cuál debería ser la conclusión a todo esto, pues yo creo que ambas voces tienen razón.

Desde la validez y pertinencia de la “consulta ciudadana” creo algo no estuvo bien, por más que se quiera involucrar al ciudadano, al “pueblo”, en un asunto como este, creo que no es lo más apropiado, pues para dar una opinión por lo menos deberíamos conocer los beneficios y perjuicios que ocasionaría la obra pero a profundidad, la verdad no creo que la mayoría de nosotros estemos informados más allá de lo superficial acerca del tema, y que no se diga de los detalles técnicos, cuestión que se determina no por la opinión de uno o de miles, sino de estudios realizados a profundidad y en base a ellos decidirse por determinada medida o escoger la ruta a seguir.

Lo mismo ocurre con la nueva propuesta en Santa Lucía, lo que debe hablar es un sinnúmero de estudios especializados sobre la pertinencia de esta nueva base, tanto de suelo, medioambientales, geográficos, de logística y tantos más que francamente desconozco.

Sin embargo, hay una verdad que se impone a todas, la Ciudad de México ya es un caos y cualquier decisión que se tome es desde ya una mala decisión, pues no se podrá evitar el desgaste de recursos naturales y medioambientales que un proyecto de este tamaño significa y las funestas consecuencias disfrazadas de progreso que tendrá por los habitantes, cuestión que está más que vista después de que iniciaron los trabajos del NAIM en Texcoco, y eso que sólo era el inicio, se dejó una estela de destrucción y un cúmulo de advertencias de lo que a futuro podría suceder en materia de agua, de ecología y no es para menos dejarlas pasar desapercibidas.

Además, el interés económico o de negocios son inherentes a ambos proyectos, y una vez más ya tenemos la muestra, el plan para desarrollar el aeropuerto del lago de Texcoco comenzó desde hace muchos años, y más de un empresario contó con información privilegiada para comenzar a hacer sus “bisnes” a costa de los ejidatarios, a quienes les despojaron de sus tierras con un costo meramente simbólico para después vender a precios exorbitantes.

Por lo tanto, una decisión de esta envergadura debe estar cimentada sobre bases firmes, no solo llevarla a cabo con el corazón o lo que es peor, con las tripas, sino en lo más conveniente en términos financieros y de calidad de vida para los habitantes, ya que de lo contrario y como es costumbre, el costo nos lo pasarán a los ciudadanos y el tan mentado ahorro que ha cacareado el presidente electo se habrá esfumado de un “consultazo” y todavía quedará a deber, pues para nada creo que la cancelación no provoque consecuencias de ningún tipo, como lo ha dicho.

Noam Chomsky opina sobre migrantes

Llama la atención el análisis que Noam Chomsky ha expresado acerca de la caravana de migrantes que se encuentra atravesando México con la intención de llegar a Estados Unidos de Norteamérica:

En una entrevista en Democracy Now, el intelectual dijo que esta caravana «de personas pobres y miserables” huye de “la opresión severa, la violencia, el terror y la pobreza extrema” en Honduras, Guatemala y El Salvador, tres países “que han estado bajo la dura dominación de EE.UU. desde hace mucho tiempo, particularmente desde la década de los 80”, cuando las guerras de terror de Ronald Reagan “devastaron particularmente a El Salvador y Guatemala y, en segundo lugar, a Honduras”.

En 2009 Honduras tenía “un presidente moderadamente reformista”, Manuel Zelaya, que fue expulsado tras un golpe militar “condenado severamente en todo el hemisferio, con una excepción notable: EE.UU.”.

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