Delfina Ahuatzi Reyes creció en un entorno de docencia, pues su padre fue el encargado de regalarle el cariño por la docencia, profesión que aún desarrolla y a decir de ella, disfruta a lo grande.
“Estudié en la normal rural de Panotla, posteriormente en la Universidad Autónoma de Tlaxcala en Lengua y Literatura Españolas y mi recorrido académico me llevó a la Universidad Pedagógica, curso que había, ahí estaba inscrita, además de la maestría en docencia”.
Desarrollo profesional
Delfina trabajó cinco años como maestra de educación primaria en la escuela Ricardo Flores Magón de la comunidad de Zaragoza en Totolac, además incursionó en secundarias técnicas como docente de español por 20 años.
“La verdad tanto fue mi gusto por la docencia que casi cada año tenía los tres primeros lugares en nivel académico de mis alumnos, ellos llegaron a estar en concursos nacionales y de zona cuando trabajé en la técnica 4 de Chiautempan”.
A diez años de su jubilación, recordó que trabajó 40 años en la formación de jóvenes en secundaria, “pero al tiempo que me jubilé, me contrataron en la Universidad Pedagógica”.
Previo a jubilarse, comentó orgullosa que por su desempeño, interés y amor por la docencia, fue tomada en cuenta por Jesús Carrasco Malpica para impartir cursos de actualización a los maestros de secundarias técnicas.
“Fue un reto fuerte, porque difícilmente los maestros de tu mismo nivel, aceptan a un compañero y menos mujer, pero yo me preparaba y sabía que era un reto que tenía que cumplir, que salvar y me fue bien con mucho esfuerzo y desvelo”.
Reto que cumplió con creces, pues esto le dio la oportunidad de incorporarse al Centro de Actualización del Magisterio, lugar en el que trabajó de 1958 al 2008.
Amante de la poesía
A la par de todo este desarrollo profesional, Delfina Ahuatzi Reyes, nuestro Orgullo Tlaxcalteca, se dijo amante de la poesía y de escribir, tan es así que ha participado en tres publicaciones mediante la aportación de poemas de su propia autoría.
“Tuve la fortuna de estar becada en la normal rural, teníamos una biblioteca muy amplia y no había recursos económicos suficientes para ir al cine, entonces había libros”.
Recordó que tenía todo el tiempo del mundo para leer y empaparse de las obras de literatura clásica, actividad aunada al fomento lector de su padre “pues me tatuó, yo escribía ya desde la secundaria”.
A pesar de su prolífica colección de obras, dijo que hubo momentos que se escaparon, pues dijo, su inspiración la obtiene del día a día, de lo que acontece a su alrededor.
“Cuando uno tiene esa necesidad de escribir, hasta porque pasa una nube y le dé los reflejos del sol en forma armónica, esa estampa es motivo para escribir, pero no solo es lo empírico, los sentimientos e injusticias”.
De manera formal la primera obra de la maestra se titula “Comunicación”, una composición hecha para poesía coral, enérgica, con gran carácter y emotividad sin dejar de lado el enfoque socialista bajo el que se formó en su etapa como estudiante de docencia.
A partir de 1982 y a la fecha, Delfina Ahuatzi tiene en su haber cerca de 50 composiciones y “siguen surgiendo, siguen todavía saliendo”.
Esto le llevó al segundo Encuentro Nacional de Poetas en el estado de Puebla, evento en el que fue reconocida por su notable participación y aportación a la poesía.
Integrante de la Sghelt
Aunado a esto, actualmente forma parte de la Sociedad de Geografía, Historia, Estadística y Literatura del Estado, donde participa de manera activa como coordinadora de literatura.
Actividad que la ha llevado a trabajar con notables tlaxcaltecas y escritores para la edición de antologías, de las cuales están por publicarse dos más, pues solo esperan a afinar sus detalles.
Para finalizar, la destacada poeta tlaxcalteca invitó a todos a acercarse a la literatura, a las artes y a la cultura en general.
“No cuesta, un libro es el mejor compañero que podemos tener, si nuestros hijos nos ven leer, aprenderán por imitación, entonces en los hogares siempre tengamos un libro”.
Dijo que si bien la cultura está a la mano de todos a través de internet, no se compara con palpar un libro, “nos permite saborearlo, disfrutarlo y acercarnos en pensamiento a personas que plasmaron sus ideas por escrito”.