¿Te imaginas observar el horizonte siendo suboficial de una unidad de ametralladoras en la Primera Guerra mundial? ¿Qué crees que observarías? ¿Qué impresiones tendrías del lugar? ¿Crees que podrías soportar el dolor y la muerte a tu lado?
La guerra debe ser un lugar terrible con cadáveres y trincheras, bombas y sangre, alambres de púas y cuerpos mutilados. Estallidos, humo, fuego, polvo y mucha incertidumbre. El artista alemán Otto Dix no solo vivió en carne propia esa violencia y desazón, también la enfrentó a través de la creación artística, para de esta forma, dejar un invaluable testimonio de la condición humana en el campo de batalla.
Después de realizar sus estudios en la Escuela de Arte de Dresde en su natal Alemania, Dix se alisto como voluntario en el ejército durante la también llamada Gran Guerra. Incluso y gracias a su buen desempeño como militar, ganó una Cruz de Hierro de segunda clase. Poco después fue herido en el cuello y se le dio de baja. Fue en esta terrible experiencia que Otto Dix comenzó su carrera artista que prolongó por poco más de 60 años.
A la par de fungir como Suboficial de un batallón, Otto desplegaba su talento y dibujaba en el frente de batalla. Está época lo marcaría de por vida, lo horrores de la guerra lo traumaría para siempre y ello determinaría gran parte de su trabajo posterior. En 1924 por ejemplo, presentaría un portafolio con 50 grabados a los que tituló: “La Guerra”.
Luego del enfrentamiento bélico Otto Dix formó distintos grupos artísticos junto con otros creadores alemanes con los cuales producían trabajos críticos contra la sociedad de su tiempo. Lo mismo retrataba a prostitutas que burgueses en juerga o trastornados por la guerra. En este tiempo Otto era parte importante del movimiento expresionista alemán y llegó a la fama. En 1927 comenzó a impartir una cátedra en la Academia de Arte de Dresde, pero durante poco tiempo, ya que en 1933 dio inicio el régimen nacionalsocialista y Otto fue expulsado de esa institución. Su nombre figuró entre los artistas presentados en la exposición: “Arte degenerado”. Una muestra nazi que difamaba todas las piezas incluidas en ella por el “sabotaje al espíritu militar de las fuerzas armadas” que presentaban las obras. Luego Dix fue detenido por la Gestapo y llevado al frente de batalla para de nuevo ser detenido por los franceses. Su libertad llegó hasta 1946.
Otto Dix es el ejemplo fiel de como el trabajo de un artista puede ser un filtro del dolor social y generar cargas menos dolorosas en una población demolida por la guerra y su perversidad. Su trabajo prueba el exorcismo que se hace con el arte. Otto Dix no solo es uno de los más destacados artistas alemanes de todos los tiempos, también los es para el mundo del arte, por su aportación técnica en la utilización perfecta y depurada del material con que trabajaba pero principalmente por el amplio repertorio que nos heredó de gestos y expresiones del ser humano en estados de presión extrema, tan importante como Goya o Picasso, solo por mencionar a dos artistas que hicieron retratos de conflictos armados y funestos. El trabajo que propuso Dix con el portafolio de grabados “La guerra” es tan o más demoledor y emotivo que “Los desastres de la guerra” o “el Guernica” de los españoles, quizás su legado nos parece desconocido debido a la lejanía en la que se produjo, pero sin duda, aún conmueve, mueve y propone en cualquier contexto geográfico o histórico en el que se presente.
artodearte@gmail.com