El sábado anterior en la plaza Jorge Aguilar “El Ranchero”, el torero capitalino Federico Pizarro se encerró con seis toros de diferentes ganaderías tlaxcaltecas, lo que ya de por sí representa un mérito especial a partir de la bravura y dureza que concentra la sangre de las reses locales.

Ante una mediana entrada en la pequeña plaza de toros de la capital tlaxcalteca, se lidiaron toros de las ganaderías de Piedras Negras, Coyotepec, De Haro, Reyes Huerta, Felipe González y Montecristo.

De estos tres últimos, el torero de cabello cárdeno logró cortar una oreja para conseguir un resultado triunfal en la que él mismo fue el protagonista.

Con tres orejas, Federico Pizarro se despidió de la “Ranchero”AguilarExperiencia al límite

No cabe duda que los años no pasan en vano y así lo confirmó el veterano matador de toros que llegó a encerrarse a la “tacita de plata” con 25 años de alternativa, después de figurar en sus inicios como uno de los toreros de mayor arte de nuestra baraja taurina mexicana.

En cada toro lidiado, Federico Pizarro mostró la solvencia y argumentos taurinos que ya maduros, le permitieron lidiar cada ejemplar con instantes de arte puro, principalmente con los ejemplares de Piedras Negras y De Haro, aunque sin demeritar al resto del encierro de que tuvo lo suyo, por ejemplo, un ejemplar de Coyotepec que evidenció fuerza en sus embestidas, aunque se acabó pronto en el tercer tercio.

El primer ejemplar de Piedras Negras bautizado con el nombre de Seminarista, fue aplaudido de salida y también en el arrastre, y a la postre le significó la primera salida al tercio del torero que vistió para la ocasión, un terno blanco y azabache.

La corrida del sábado representó además para el torero capitalino, la despedida de la plaza tlaxcalteca, lo que convirtió en más especial uno de los festejos que para un torero representa una mayor preparación no únicamente física, sino también emocional y artística.

Federico Pizarro siempre fue un torero serio que siempre suplantó la poca transmisión que quizás tenía hacia el público, con un toreo que gustaba a los paladares que buscan en un matador, lo ortodoxo de las faenas, sin caer en el relumbrón o aplauso fácil.

La corrida del sábado fue precisamente una prueba más de que en México existen toreros que bien pueden ser ejemplo para las nuevas generaciones de matadores. Jóvenes que desarrollan faenas tan prefabricadas y predecibles que parecieran copia cada tarde.

Los toreros longevos como Federico representan esa escuela mexicana del toreo que ya se está perdiendo en la modernidad, pero también por la urgente necesidad de establecer nuevas variantes del toreo para agradar a un público cada vez más escaso.

Atrás quedaron aquellas tardes de los años noventa en los que las plazas se llenaban. Era entonces cuando Federico Pizarro se afianzó como un torero importante entre una pléyade de matadores que destacaron por sobre manera.

Con tres orejas, Federico Pizarro se despidió de la “Ranchero”Aguilar

Sentida despedida

El sábado en el ruedo de la Jorge Aguilar “El Ranchero”, fuimos testigos de un aire de nostalgia de aquellas tardes de toros en las que la fiesta brava ocupaba espacios importantes en la prensa y en los medios radiofónicos y televisivos.

Federico Pizarro se encuentra en una gira de despedida por diferentes plazas del país, y Tlaxcala no podía ser la excepción, a partir de la importancia que el estado le dio a su carrera taurina.

El próximo trece de enero de 2019 se presentará en la Monumental Plaza México en un cartel que completa el potosino Fermín Rivera y el hidrocálido Gerardo Adame con toros de la ganadería de San Mateo.

Esa tarde, también representará una despedida para el de la Ciudad de México, con lo que cerrará un ciclo de torero importante del repertorio taurino mexicano y que formó parte de una generación de coletas que ya poco vemos en los ruedos.

Con tres orejas, Federico Pizarro se despidió de la “Ranchero”Aguilar

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