Escrito por: Kristiano Raccanello

A nivel mundial, la tendencia al envejecimiento de la población por el aumento de la esperanza de vida y la reducción de la tasa de mortalidad anticipa que para el 2050, cerca de un cuarto de la población de los países estará constituida por personas adultas mayores, es decir, por individuos de 60 años o más.

Al envejecer, la salud de un individuo depende del estilo de vida (actividad física, dieta, condición laboral) de los años anteriores, pero también está en función de factores biológicos, genéticos, conductuales y psicológicos, así como socioeconómicos, culturales y el medio ambiente en el cual se desarrolla la persona. No obstante, en general, desde un punto de vista biológico, las funciones y los sentidos tienden a debilitarse con el paso del tiempo. Dependiendo de la magnitud, al paso de los años, el individuo pudiera encontrarse limitado o hasta imposibilitado en realizar tareas que anteriormente formaban parte de su vida diaria.

A pesar de estas limitaciones, si existen los apoyos necesarios, la calidad de vida de una persona adulta mayor no necesariamente se desmorona. El bienestar es un concepto que no sólo está relacionado con las condiciones físicas del individuo, sino que incorpora todos aquellos factores que puedan llevarlo a concebir la felicidad, por esta razón se hace referencia al bienestar subjetivo. Así, el bienestar está ligado a la calidad de vida y ésta, a su vez, a la adecuada satisfacción de las necesidades humanas. Entre éstas se encuentra el esparcimiento, el turismo y el ocio. No obstante, para las personas adultas mayores, las mencionadas limitaciones pueden significar que sean requeridos servicios, características y atenciones especiales para que puedan disfrutar de las actividades en igualdad de condiciones.

De esta forma, el creciente envejecimiento, sobre todo en los países europeos, Estados Unidos y Canadá, y que en pocos años también será una realidad en México, puede convertirse en una importante oportunidad para la economía del sector turístico mexicano si éste adoptara un modelo de turismo accesible que contemplara la implementación de aquellas medidas que permitan que cualquier persona pueda disfrutar, independientemente de su condición, de los beneficios que se deriven de la experiencia turística. Para su oportuna implementación es necesario ser conscientes de las barreras que impiden poder aprovechar estas experiencias. En este sentido se pueden identificar: barreras 1. intrínsecas, resultantes del propio nivel de la función cognitiva, física y psicológica; 2. económicas, asociadas con el costo del viaje incluyendo aquellos gastos asociados con las necesidades especiales del individuo; 3. ambientales, derivadas de la presencia de elementos que se encuentran en el entorno físico y que pueden poner en dificultad la autonomía de los turistas; y 4. interactivas, asociadas con la falta de información, actitudes negativas por parte de los prestadores de los servicios.

Un turismo accesible implica entonces tener una genuina preocupación para comprender y atender de manera oportuna las necesidades de este mercado emergente, y que, por el caso que nos concierne, no puede pasarse por alto que la discapacidad es un rasgo inherente de la condición humana.

Su implementación es particularmente atractiva porque, por un lado, se reconocen las personas adultas mayores como individuos, procurando su bienestar y mejorando su calidad de vida, facilitándoles el acceso a las actividades de esparcimiento; y, por otro, se impulsaría uno de los sectores económicos que generan millones de empleos en el país y que contribuye al crecimiento económico.

El Colegio de Tlaxcala, AC

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