Sonita Alizadeh es un chica afgana rapera. Sonita, que quiere decir golondrina o ave migratoria, desea vivir la experiencia de un concierto en donde ella sea el centro de atención como si fuera su estrella favorita Rihanna. Pero las circunstancias reales se lo impiden. Refugiada ilegal en Irán, Sonita, sobrevive con su hermana y sobrinas moviéndose de un lado a otro para no regresar a su país devastado por la violencia y las tradiciones. En Teherán, Sonita encuentra un refugio en donde realiza talleres con mujeres y escribe líricas a favor del género femenino y en denuncian a la cultura patriarcal. También ahí imagina cambiarse el nombre por el de Sonita Jackson.

Sonita vive con el temor de ser vendida por tres mil dólares. Como muchas de sus amigas, sabe que será ofrecida a un hombre rico y casado con otras mujeres. Su propio padre es un anciano polígamo al que incluso su madre llamaba tío por haberse casado con él demasiado joven. Por ello Sonita escribe letras que reflejan el sentir de las niñas y jóvenas de su entorno. A la par del miedo por el casamiento, carga en el recuerdo los ataques sufridos por los asaltos de los Talibanes. En su tradición es imposible dejar de usar un pañuelo que carga en la cabeza y que es una extensión más de su cuerpo. Quitárselo es una indecencia.

Sonita se apoya de un amigo albañil para lograr el sueño de ser rapera y grabar su primer disco. Pero necesita permiso del gobierno para hacerlo, pues las mujeres en Irán no pueden cantar como solistas, por tanto los estudios se niegan a grabarla y otros tantos como machos desprecian su misión. El pop no le acomodó para dar su mensaje y por ello optó por el rap que es más libre y resistente. Sonita ha pasado 6 años sin ver a su madre pues para ella, su madre me refiero, el mejor trabajo de una mujer es estar casada. La tradición afgana vende a las hijas para ayudar a los hijos a “obtener a sus mujeres”.

La tradición no perturba el sueño de Sonita y consigue grabar su primer disco. Mientras tanto, su madre viaja desde Afganistán para convencerla de casarse y amenazarla con acusarla con su hermano. La trabajadora social que ayuda a Sonita para solventar su vida no puede disuadir a la madre y permitir decidir a la chica sobre su futuro, por tanto, alguien debe ayudarla con dos mil dólares para demorar su casamiento. La madre solo encuentra respuesta en el dinero.

En menos de dos semanas el video y la canción que produjo Sonita representándose como esposa golpeada se convierten en un éxito. Es así que su éxito es también el éxito de sus amigas. Gana un premio a la mejor artista femenina y a la mejor canción de rap mientras le quitan el apoyo de refugiada por atreverse a cantar en un país en el que está prohibido que las mujeres canten. Mas tarde alguien se ofrece a becarla para que estudie música en Estados Unidos y su único problema será regresar a su país para conseguir los papeles y tramitar la VISA para el viaje.

A regañadientes y con miedo Sonita regresa a Afganistán en donde las mujeres no muestran el rostro cuando salen a la calle. Ahí, en Kabul, como Sonita Pallande, apellido que es el nombre de su padre, busca encontrar entre helicópteros y aviones de guerra los papeles que le ayuden en su sueño. Lo consigue. Es así que realiza el viaje a UTAH en donde es recibida por una Universidad de música y presenta su trabajo. Ahora la mirada gringa determinará sus decisiones. Un nuevo juicio se posará sobre sus pasos. Es decir y para concluir: Aquí termina y así comienza una nueva historia para las resistencias de Sonita.

Texto basado en el documental “Sonita” (2015) dirigido por Rokhsareh Ghaem Maghami.

 artodearte@gmail.com

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