A raíz de un comentario que me formulara una persona en mi correo electrónico. Tópico que me resultó interesante y del que me permitiré hoy platicar un poco con ustedes, siendo acerca de la crítica destructiva y la implicación que trae como consecuencia el común arte de criticar; por tanto, sin querer convertirme en un ente que tire líneas de conducta o que quiera imponer especiales reglas de comportamiento, que desde hace mucho tiempo fueron determinadas y continúan vigentes en nuestra sociedad.

Iniciaré diciendo, que recuerdo en mi infancia había un proverbio que con frecuencia escuchaba en casa y que si mi mente no se equivoca decía: Lo que más daño hace al cuerpo no es lo que entra por la boca, sino lo que del corazón sale. Frase que debió tener la intención de indicar los males que para un individuo pueden ocasionar los malintencionados comentarios o palabras impensadas, o muy bien analizadas que tienen la intención de parecer inconsecuentes o circunstanciales.

Es común que cuando se critica a alguien y sobre todo de manera negativa, se tiende a hacer a espaldas del afectado o criticado, lo que no aporta nada favorable a quien la produce (el criticón) y menos al que le son dirigidas, porque la esencia de la crítica es dañar, lastimar, resaltar lo malo, es decir, todo lo negativo; independiente de las consecuencias y afecciones que le puedan resultar al afectado o al grupo social en el que este se desenvuelva.

El autor de la crítica destructiva, tiende a actuar de forma soterrada con cobardía, bajeza y sin miramientos a la educación, ni a la moral, y crea con su especulación, una cortina según él para proteger sus propias frustraciones y fracasos, detrás de la cual, por lo general oculta su falta de iniciativa para aportar soluciones y su déficit personal de valentía, y con ello poder alcanzar sus verdaderas y personales realizaciones.

Siempre ha sido más fácil criticar y destruir a quien sea o lo que sea, que enaltecer y construir a alguien o a algo. Pues en el primer caso, no se necesita alguna característica especial o algún tipo de grandeza o esfuerzo para criticar; pero para el caso del segundo, es vital e indispensable contar con la educación, la nobleza, el trabajo y la dedicación para resaltar la virtud del individuo. Pero desventuradamente, los valores de nuestra sociedad hoy día, parecieran ser menos tangibles y palpables en nuestro entorno.

Pero recordémosle a los criticones algo importante, que su tarea destructiva siempre llevará el movimiento de un boomerang, que una vez que se lanza desde nuestra boca la frase de crítica, golpeará a quien la dirigimos y regresará con más fuerza en contra del vociferador que lo hizo. Lo interesante es, que no propiamente de manera inmediata, sino cuando menos se espera. Recuerdo con asombro una escena en la película Mad Max, en la que precisamente al regresar un boomerang después de golpear a su objetivo, sin darse cuenta el que lo lanza lo recibe y le corta los dedos de la mano, por la misma fuerza con la que regresa.

Es por ello que la concepción espiritual unidireccional del ser humano, se convierte en autocrítica; que al principio, ensucia el alma, corroe las entrañas, disminuye la esencia divina inherente al ser humano y le adiciona un nuevo temor: la grandeza de los demás.

Si somos realistas, estaremos consientes que cualquier consecuencia puede perjudicar gravemente al objeto de la observación. Con lo que reitero, nada ganará el que critica y obviamente de ninguna manera le beneficiará. Y esto porque es que el efecto autodestructivo deriva de las leyes naturales que sustentan la regla de oro observada en la Biblia: No hagas para otros, lo que no quieras para ti. O lo que es lo mismo en la lógica elemental que nos señala: el que siembra vientos cosecha tempestades; o como la canción: El que a hierro mata, a hierro muere.

Tratando de ser honesto, durante toda mi vida he observado a mucha gente, en la que he comprobado que a toda acción siempre hay una reacción. Y casi siempre con un resultando hacia sí, mayor. Y aquellos que critican a lo largo de su vida no encuentran la felicidad pues su crítica destructiva y malsana los lleva a estar amargados y… solos.

He tenido la dicha de convivir con gente llena de experiencias edificantes, cuya actitud disminuye los defectos de las personas y enaltece sus pocas o muchas virtudes, lo cual es contrario a la crítica destructiva. De ellos he aprendido a disfrutar la felicidad que hoy disfruto y que me hacen combatir cualquier comentario o crítica tendiente a la destrucción. Porque eso es… Dar de Sí, antes de pensar en Sí.

Porelplacerdeservir@hotmail.com

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