Con la asistencia de por lo menos tres cuartos de entrada en la plaza de toros Jorge Aguilar “El Ranchero” de la capital tlaxcalteca, el sábado pasado se desarrolló la tradicional corrida de Sábado de Gloria en donde el máximo triunfador, si acaso injustamente, fue el tlaxcalteca José Luis Angelino, y con el juez José Luis Andriano que, para no variar, quiso ser protagonista.
La noche del sábado estaba puesta para que la afición que fue en buena cantidad a la corrida de toros, pudiera observar un espectáculo digno de la importancia de la plaza, y de alguna manera lo fue, aunque el ganado no respondiera a las expectativas que siempre levanta un festejo taurino.
Fueron tres ejemplares de Felipe González y tres de Tenopala, que en un balance general podríamos advertir que tres fueron complicados, y los tres restantes, no tanto.
No podemos asegurar que el encierro fue totalmente bueno pues en la plaza, los toreros hicieron lo que pudieron, con lo que se encontraron en la arena.
Ferrera en plan maestro
Sin embargo, el que más destacó fue el cuarto toro de la noche, que correspondió al español Antonio Ferrera, un toro que desde el inicio lo pudo saludar con el capote de forma excelsa, y que recibió el castigo justo para quedar listo rumbo al segundo y tercer tercio.
El ibérico sintió las embestidas sobrias y de calidad de ese toro castaño marcado con el número 378 que gustó a la afición desde la salida.
Con la muleta, pudo recrearse con tremendos muletazos que sacaron las notas más altas del olé durante la agradable noche en la “Ranchero” Aguilar, entre los que destacó un soberbio trincherazo que quedó dibujado como para ilustración de un cartel taurino.
Antonio Ferrera hizo una faena que gustó al tendido, calentó los ánimos que para entonces estaban apagados y buscó por todos los medios agradar al público, ante un toro que ciertamente le dio las condiciones para poder destacar en la noche.
Los muletazos que dio fueron deletreados, sabrosos, el público los disfrutó y acompañó con el olé monumental como el gigantesco campanario que acompaña cada tarde de toros a la antiquísima plaza Jorge Aguilar.
Sin embargo, como decíamos al inicio de este texto, el juez de plaza José Luis Andriano se convirtió en el villano de la noche, pues ante la petición mayoritaria de la asamblea, sólo decidió otorgar una oreja.
Ciertamente el que decide la segunda oreja es el juez de plaza con base en lo que, a su juicio, haya significado la faena y la ejecución de la suerte suprema. Y de hecho, fue quizás la estocada lo que evaluó Andriano para no otorgar la segunda, sin embargo, lo que hizo Ferrera con el toro, ahí quedó.
Angelino, arropado por el público…y el juez.
Y la decisión hubiera sido tal vez acertada, si hubiera juzgado con el mismo criterio la siguiente faena; la quinta de la noche que correspondió al tlaxcalteca José Luis Angelino, a quien a la postre, le otorgó dos orejas ante una faena que poco lució y que, como era de esperarse, fueron protestadas por un sector del público enterado.
Ciertamente, el de Apizaco dio su máximo esfuerzo, como siempre, para gusta a una afición que de por sí lo arropa y protege como un torero de la tierra y que además vale la pena decirlo, se lo ha ganado.
Sin embargo, Angelino lidió en su segundo turno a un toro que desde la salida mostró deficiencias en las embestidas. El ejemplar se agarró a la arena en todo momento e impidió que el diestro pudiera ligar el toreo como tanto gusta a la afición.
Ese toro fue el marco para que el segundo espada fuera llamado a ejecutar banderillas, pero lo hizo con su hermano Gerardo Angelino, quienes nuevamente demostraron porqué están llamados a ser de los mejores banderilleros del toreo mexicano.
José Luis Angelino incluyó en su ejecución, un par al violín con el que evidenció las facultades técnicas y atléticas que ya todos le conocemos cuando está frente a los toros.
El trasteo con la muleta fue el adecuado, aunque no tuvo el calado que, por ejemplo, tuvo la faena anterior a cargo del torero español. Eso sí, la ejecución de la estocada fue superior, lo que prácticamente le aseguraba la primera oreja para su causa, aunque el juez hizo valer la localía y otorgó los dos trofeos, para muchos en la plaza injustos, por la discreta labor de Angelino ante un toro que no dio condiciones propicias para lucir.
Mala suerte para “Payo”
Por su parte, el queretano Octavio García “El Payo” se encontró con lo menos potable del complicado y variado encierro de Felipe González y Tenopala.
Pese a los esfuerzos que el rubio coleta mexicano realizó, en todo momento quiso sacarle agua a un par de piedras que no le permitieron ejecutar el toreo que le conocemos. Si acaso con el segundo toro se acomodó con una serie de lúcidas Verónicas que remató con una media que quedaron como lo mejor que pudo hacer en la noche.
“El Payo” es un torero de raza y vergüenza torera al que le sobra valor y argumentos para recrearse con faenas de órdago, sin embargo, en esto tiene que ver mucho el comportamiento del toro, y para su mala suerte, no hubo mano en el sorteo.
En general, la afición se divirtió en una corrida que ya se convirtió en una de las más representativas del calendario taurino tlaxcalteca, aunque aún no registra las entradas que se esperan, sin embargo, la del sábado fue ciertamente positiva.
Diseño innovador
A propósito de las actividades que el gobierno del estado de Tlaxcala realiza este 2019 para conmemorar los 500 años del encuentro de las culturas indígena y española, el sábado en la corrida, las tablas del ruedo lucieron un diseño muy apropiado para la ocasión.
El diseño incluyó una imagen del encuentro del conquistador Hernán Cortés con el pueblo tlaxcalteca, muy a propósito de ese evento histórico que este año cobra especial relevancia en nuestro estado.
Desde días previos al festejo taurino, el turismo que llegó a la capital para disfrutar de las actividades de la semana mayor, aprovechó el diseño para llevarse un atractivo recuerdo de Tlaxcala, su historia y sus toros.