Escrito por: Juan Fernando Espino Rubio

El doce de julio se celebra el Día del Abogado, fecha que sin duda alguna motiva e ilusiona a los que estudiamos la carrera de Derecho. Ahora en el octavo semestre de la misma y después de haber tenido la oportunidad de estudiar en dos instituciones como lo son el Iteso de Guadalajara y la Universidad Iberoamericana Puebla; así como también haber intercambiado ideas y vivencias con amigos y compañeros estudiosos de la ciencia jurídica en instituciones públicas y privadas en diferentes estados de la República mexicana, puedo realizar algunas reflexiones sobre mi experiencia a lo largo de este tiempo.

Como en las distintas cosas que ofrece la vida, la enseñanza del Derecho está rodeada de aspectos gratos y otros no tanto. Comenzaré con los segundos.

En primer lugar, me parece vergonzoso que en varias instituciones del país (algunas de ellas posicionadas entre los mejores lugares a nivel nacional de acuerdo con distintos rankings) existan catedráticos caracterizados por ausentarse de clases y peor aún, mostrarse soberbios y poco accesibles ante las dudas de sus alumnos.

De igual manera, debo decir que a lo largo de la carrera me ha causado bastante molestia escuchar en repetidas ocasiones la frase “afuera es diferente”, con la cual algunos maestros  minimizan  el conocimiento adquirido dentro del aula de clases por considerarlo prácticamente inútil en lo que denominan “el mundo real”, situación que hace preguntarme ¿por qué no encontrar la manera de generar una enseñanza del Derecho más práctica en las universidades, la cual pueda resultar de verdadera utilidad?, porque si bien el alumno de Derecho puede comenzar a buscar oportunidades en el mundo laboral como pasante y aprender cosas que suceden en la práctica de la profesión, las instituciones educativas deberían idear los mecanismos para llevar a cabo un conocimiento más empírico.

He visto maestros incapaces de reprobar a alumnos, por más desinterés que éstos muestren, independientemente de presentarse cinco o seis clases durante todo un semestre, incluso habiendo reprobado las evaluaciones parciales, alumnos que el día de mañana, convertidos en todos unos “profesionales” y tal vez por razones del destino, defenderán a los trabajadores de los abusos de sus patrones; tanto a víctimas como imputados en un proceso penal, en el cual puede estar en riesgo su libertad; asuntos en los cuales las personas se juegan el patrimonio de toda una vida; o igual de preocupante, las riendas de un municipio, una entidad federativa o la representación de los intereses de todo un conglomerado en el Congreso.

Amigas y compañeras me han contado las dificultades que tienen para estudiar soportando acoso y comentarios lascivos por parte de catedráticos, y de las deleznables experiencias que han tenido que sufrir en sus servicios sociales, en los cuales hay personas que discriminan por razón de género e incluso por la universidad de procedencia dependiendo de si la misma es pública o privada.

He encontrado catedráticos que desafortunadamente no se actualizan e incluso omiten preparar sus clases, derivando en ocurrencias como monólogos interminables en los que el estudiante se acaba enterando de la vida del profesor, situación que en muchas ocasiones no permite que los alumnos puedan desarrollar sus habilidades de la mejor manera.

Lo bueno

Afortunadamente en todo este tiempo, he tenido la oportunidad de conocer a grandes profesores y excelentes seres humanos.

He podido encontrar maestros con un gran sentido de responsabilidad, los cuales son conscientes de la necesidad de actualizarse ante los cambios constantes del Derecho, con la finalidad de generar un conocimiento de calidad para sus alumnos.

Me agradó ser alumno de catedráticos que han dedicado buena parte de su vida a impartir clases con la esperanza de que sus discípulos entiendan la necesidad de generar un cambio en las problemáticas y carencias que enfrenta la sociedad a través de la ciencia jurídica.

Agradezco haber conocido enseñantes que gozan de gran prestigio no solo en una, sino en diversas instituciones, medalla que se han ganado producto de la preparación, profesionalismo, carisma, pero sobre todo el respeto y la empatía profesada hacia sus alumnos.

Aplaudo que al menos en las instituciones en las cuales he podido estudiar, existan cada vez más materias de tronco común. Como futuros abogados, no podemos pasar por alto que gran parte de nuestra vida profesional se desarrollará con profesionistas de muy diversas ramas del conocimiento y no solo del Derecho.

Para cerrar

La carrera de Derecho es la tercera más demandada en México, esto implica que en la actualidad un gran número de jóvenes (estimaciones señalan que más de doscientos sesenta mil) se encuentran en el aula de clase presenciando situaciones como las que he descrito e incluso viviendo otras. En este sentido, es necesario que las universidades y los alumnos se unan, adquiriendo el compromiso de enfrentar las problemáticas que he mencionado con anterioridad, con la finalidad de formar juristas cada vez más preparados y conscientes de su realidad.

Se debe propiciar la contratación de catedráticos con perfiles idóneos para estar al frente de un aula de clases, así como impulsar la actualización de los ya presentes e idear los mecanismos para hacer de la enseñanza del Derecho una cuestión práctica sin descuidar el ámbito doctrinal (hay instituciones en las cuales ya se están desarrollando juicios virtuales), debido a que aún cuando muchos “catedráticos” minimizan la importancia de este último punto, en realidad es toral para la formación del abogado, porque le permite tener una base de la ciencia jurídica y al mismo tiempo ampliar su panorama.

Las universidades y los alumnos tenemos mucho por hacer con la finalidad de erradicar la discriminación, motivada principalmente por razón de género, nivel adquisitivo y lugar de origen.

Los alumnos debemos comprender la importancia de actualizarnos constantemente, debido a que la carrera de Derecho es bastante cambiante producto de su estrecha relación con el devenir social.

No quiero desaprovechar este espacio para felicitar y mandar un caluroso abrazo a los catedráticos Gabriela Moreno Valle, Miguel Ruíz Matilla y José Antonio Bretón Betanzos de Ibero Puebla; Gerardo Barrera Pliego, Joaquín Osorio, Carlos Enrigue Lancaster y Agustín Yáñez Figueroa de Iteso, los cuales han dejado en mí aprendizajes académicos, pero también las ganas de hacer algo ante los problemas que existen en mi realidad inmediata.

De igual manera, externo mis felicitaciones a los futuros abogados Jesús Fuentes de la Torre, Ismael Baltazar Tapia y Mariana Enríquez Chantres de Ibero Puebla; Anahí Minjares Ávila y Alondra Sandoval del Iteso; Joaquín Carreón de la BUAP y Brenda Gálvez Arceo de la Universidad de Guadalajara,  a los cuales les espera un futuro brillante en el ejercicio de la abogacía, camino que estará plagado de responsabilidades, pero confío que mediante su preparación, habilidades y humanismo podrán llevarlas a buen puerto.

¡Feliz día del abogado a todos los juristas tlaxcaltecas!

Jfernandoesru22@live.com.mx

Twitter: @JUANFERESPINO

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