La rápida expansión del Covid-19 y su transmisión asintomática han generado que parte de la sociedad permanezca recluida en sus hogares y con la implementación de la Fase 3 en México, las medidas de aislamiento y distanciamiento social han sido robustecidas con el objetivo de reducir el número de contagios.

De acuerdo a especialistas en salud y emergencias sociales, el aislamiento social es la mejor medida para disminuir el número de contagios entre las personas, hecho comprobable en pandemias anteriores.

Sin embargo, las medidas para aminorar esta emergencia han dejado de lado un factor importante, el cual trata del efecto diferenciado entre hombres y mujeres durante y después de la crisis.

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Pues permanecer en casa todos los días aumenta la carga del trabajo doméstico, realizado en mayor proporción por las mujeres, esto sin contar a las mujeres que también desempeñan actividades laborales desde sus casas.

Esto se refiere a las tareas domésticas y de cuidados de personas dependientes, ancianas y enfermas, niñas y niños sin recibir pago o remuneración alguna, carga que recae en mayor medida sobre el sector femenino.

De acuerdo con datos del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), las mujeres mexicanas dedican, en promedio, 29 horas a la semana al trabajo doméstico y de cuidado, mientras que los hombres solo destinan catorce horas, en promedio.

Con este aislamiento, las diferencias en la repartición de tareas corren el riesgo de aumentar debido a que las personas contagiadas, las personas ancianas y las niñas y niños que dejan de ir a la escuela necesitan cuidado, responsabilidad que recae en mayor medida sobre las mujeres.

Un estudio realizado por la ONU Mujeres, explica que la carga del trabajo doméstico y de cuidados no remunerado es un factor estructural de la desigualdad de género, ya que realizar estas tareas disminuye el tiempo para el aprendizaje, el ocio y el cuidado personal.

Además, aumenta las dificultades para insertarse en un trabajo fuera del hogar, lo que también se relaciona con mayor participación en el trabajo informal y con ello el no acceso a servicios de seguridad social.

Otro de los factores de riesgo detectados durante el aislamiento preventivo por Covid-19, es el incremento de factores de riesgo de sufrir violencia de algún tipo en contra de las mujeres.

De acuerdo a la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (Endireh) 2016, en México, 43.9 por ciento de las mujeres ha sufrido violencia por parte de su actual o última pareja.

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