Ana Lilia Rivera Rivera

En los últimos días, miles de ciudadanos conscientes han acudido a las plazas principales de cuarenta municipios de Tlaxcala para firmar la solicitud de consulta popular, con la que se abra la posibilidad de preguntarle a la gente si desea que se inicie un procedimiento legal contra cinco ex presidentes.

En el primer fin de semana en que se instalaron las mesas receptoras de las firmas, hubo una respuesta contundente por parte de la ciudadanía.

En primer lugar, se debe destacar el entusiasmo y el compromiso de quienes se organizaron desde la sociedad, para instalar esas mesas receptoras. En varios casos, como los de Apizaco y Tlaxcala, esos ciudadanos que buscan justicia para nuestro país, acudieron todos los días a recabar firmas. Y la respuesta ha sido ejemplar, digna de destacarse.

Los ciudadanos de a pie, aquellos que se encuentran informados, y que también los anima la voluntad de acabar con la corrupción y la impunidad que han lacerado históricamente a México, han proporcionado sus datos para que sean validados por las autoridades correspondientes y de esa forma se cristalice la consulta popular.

Los primeros pasos se están dando de manera firme.

Esos miles de ciudadanos que han formado enormes filas responden a un llamado superior, el que les dicta su conciencia cívica. Durante décadas, y se podría afirmar que durante siglos, los gobernantes del antiguo régimen ignoraron las exigencias, los reclamos y las demandas de la gente. Es hora de que nos escuchen.

Ahora, con las nuevas condiciones que se lograron tras la jornada histórica del 1 de julio de 2018, el pueblo es el que manda.

¿Acaso en el corrupto régimen neoliberal hubiera sido posible que, a nombre del Estado mexicano, un funcionario federal del más alto nivel les hubiera ofrecido una disculpa pública a los sobrevivientes de la masacre en Acteal y hubiera resarcido el daño a los deudos de aquel acto brutal, símbolo del autoritarismo de ese régimen?

Esa disculpa pública sólo fue posible gracias al triunfo del movimiento que se articuló desde la resistencia civil pacífica que encabeza Andrés Manuel López Obrador, incansable en su cruzada por la democracia, la igualdad, la justicia y la libertad.

Finalmente, después de una larga lucha por consolidar el estado de derecho, por hacer valer las garantías consagradas en la Constitución Política de nuestro querido México, son las personas conscientes las que debaten, se organizan y actúan motivadas por el imperativo categórico de hacer justicia.

Es por ello que este llamado a los ciudadanos libres y conscientes de México, se debe traducir en una participación que sirva de ejemplo, para erradicar la tentación del abuso del poder. Nunca más debemos permitir que quienes tienen la alta responsabilidad de conducir los destinos del país, incurran en excesos y atenten contra el pueblo.

Estamos dando los primeros pasos para lograr el país que nos merecemos. Toda transformación pasa por el tamiz de la justicia. Nuestra Constitución es muy clara en el tema de las consultas populares.

Como le mencioné en mi anterior colaboración, no se trata de un acto de venganza, sino de la más elemental de las justicias. Que se castigue a quien se tenga que castigar. Y aquí el pueblo tiene la palabra.

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