Las ofrendas es uno de los mayores símbolos de la festividad del Día de Muertos, en nuestro país, y en Tlaxcala no es la excepción; esta tradición de colocar ofrendas a los difuntos proviene de la época prehispánica, en donde se incluyen objetos del agrado del fallecido e incluso de cosas que hayan sido utilizados por él. En tiempos pasados lo tradicional era colocar vasijas, caracoles o adornos de obsidiana.

Para la cultura prehispánica, el culto a los muertos era en sí mismo una celebración de la vida, la intención era sentir cerca a las personas que ya habían fallecido. Con el paso del tiempo, la mezcla con las tradiciones católicas que insertaron los españoles tras la conquista, se tiene el resultado que conocemos hoy en día como Día de Muertos, donde las ofrendas tienen una importancia fundamental; sobre todo cuando se trata de “La Primera Ofrenda”.

En Tlaxcala, en municipios como Papalotla, Ayometitla, San Luis Teolocholco y San Francisco Tetlanohcan, la colocación de la primera ofrenda es toda una tradición ancestral y con características especiales, pues no en todos los lugares son iguales, así lo manifestó, Ranulfo Rojas Bretón, coordinador diocesano de la comisión Covid-19 en la entidad.

Al respecto, señaló que la tradición de la primera ofrenda es aquella que se ofrece al difunto en su primer año de fallecimiento, y que en algunos casos abarca del periodo de noviembre del año pasado al mes de agosto o septiembre del presente, y cuyas características dependerán de si se trata de una persona mayor o si se trata de menores de edad.

Refirió que en las entradas de la casa del difunto, se pone una portada adornada con flor cempasúchil, esto como referencia de que se está esperando al familiar de primera ofrenda, y a determinada hora cuando la iglesia de la comunidad toque las campanas, los familiares salen a la espera del familiar con su canasta de pétalos de flor de cempasúchil y lo acompañan de manera simbólica hasta su altar como visita.

Explicó que se coloca una ofrenda abundante, y se prepara una comida de la misma dimensión, además de que familiares amigos, y conocidos, por tradición suelen llegar a ese hogar con un chiquigüite o ayate si el difunto es hombre o una canasta si se trata de una mujer.

En este caso, cuando se lleva la ofrenda, los familiares del difunto  se ven obligados a dar de comer a quienes visitan la primera ofrenda e incluso de darles “su ollita” para el camino, “es muy común que quién visite esas casas, sea invitado a comer, y su ollita”, externó.

En el caso específico de la comunidad de San Francisco Tetlanohcan desde el 31 de octubre los familiares preparan un templete en forma de altar cubierto por lo regular con un petate, en donde colocarán los chiquigüites llenos de fruta de temporada, una cera y flores de cempasúchil.

“Cuando los familiares, amigos o conocidos, arriban a la ofrenda colocada, acostumbran decir algunas palabras de reconocimiento al difunto, como te traigo esta ofrenda como símbolo de respeto, de veneración, para que te alimentes y alimentes a las almas del purgatorio”; porque mencionó una ofrenda grande es pensaba para un alimento solidario y no individual.

“Incluso en la otra vida hay esa solidaridad para dar de comer a aquellos que no les ponen ofrenda, esa primera ofrenda es de reconocimiento y se vive en estas comunidades”, acotó.

Cabe mencionar que una de las características de la primera ofrenda en Tetlanohcan es el primero de noviembre, en punto del medio día,  familiares del difunto realizan un rosario para esperar la llegada del difunto, luego colocan la ofrenda con elementos tradicionales y sobre todo que hayan sido del agrado en vida del familiar como el mole de guajolote, dulce de calabaza, pulque, pan, fruta, incienso, flores y ceras.

Además de que los familiares colocan a modo de una silueta humana con prendas del fallecido y ponen una fotografía en el rostro. Una vez que reciben la ofrenda el familiar habla con el retrato del difunto como si estuviera presente, señalando a la familia que le ofrenda.

Rojas Bretón, comentó que en lo que respecta  a la colocación de la ofrenda ha ido variando con el paso de los años, sin embargo, la tradición es ponerla de dos niveles o pisos; siendo en la parte alta donde se coloca la ofrenda de los familiares mayores como los padres o abuelos y la parte baja hijos y demás familiares.

Para el 2 de noviembre dijo se acostumbra ir al panteón del municipio y en caso de la primera ofrenda se llevan varios canastos al panteón para comer con el difunto y ahí se invita a los familiares y amigos, así como a las personas que se acercan para celebrar este reencuentro familiar.

Finalmente, puntualizó que la tradición de poner ofrendas tiene que ver con la idea de que hay vida después de esta vida, y si hay vida necesita alimentarse, “claro de que una vida después de la vida misma, tiene su característica espiritual, aún con la idea  muy nuestra de que hay que seguir alimentando a los difuntos, que una vez al año les permiten regresar de ese lugar y venir por su ofrenda para llevar provisiones para todo un año”.

 

Elementos de la ofrenda

-Mantel blanco: Símbolo de la pureza y alegría

-Agua: Con ella los difuntos sacian su sed

-Cirios y veladoras: Guían entre la oscuridad y lleguen a su destino

-Papel picado: Simboliza el viento

-Comida. Los platillos que le gustaban al difunto

-Tierra o ceniza: Símbolo de nuestra condición mortal

-Pan de muerto. Tradición de esta fiesta, decorado con masa en forma de huesos

-Sal: Elemento de purificación y ayuda a que el cuerpo no se corrompa en su viaje

-Flor de cempasúchil: Su color amarillo representa al Sol, que guía el alma del difunto

-Copal e incienso: El aroma guía a las almas hacia la ofrenda. Este humo llena el espacio entre la tierra y el cielo

 

DEJA UNA RESPUESTA

Please enter your comment!
Please enter your name here