El 10 de diciembre del lejano 1995, una de las páginas más gloriosas del toreo comenzó a escribirse. Un español, hasta entonces poco conocido, tomaba la alternativa en la Monumental Plaza de Toros México, de manos de Jorge Gutiérrez y como testigo, Manolo Mejía. Hablamos nada más y nada menos que de José Tomás Román Martín.
El jueves de la semana anterior se cumplieron 25 años de aquella tarde en la que empezó a configurarse el mito y misterio que hoy significa José Tomás para la tauromaquia mundial.
Un joven que, para entonces, era concebido como un novillero interesante entre la larga lista de prospectos españoles, aunque en este caso, más hecho aquí que allá, pese a su vena taurina ligada a la familia del ganadero español Victorino Martín.
La semana anterior, no faltaron los mensajes en las tan utilizadas redes sociales recordando aquel acontecimiento que marcó el inicio de una nueva época de genialidades en la fiesta de toros.
José Tomás se ha convertido en un mito verdadero, valga la expresión. Es un matador de toros del que pocos saben qué es de él, en dónde para, qué hace, dónde se encierra a torear.
El español se ha convertido en un matador exclusivo, sus apariciones son auténtico acontecimiento social y mediático que ocupa a propios y extraños. Ya en la plaza, con un solo capotazo es capaz de armar tremendo lío, y hacer que valga cada peso que se pague por verlo torear.
Sin duda y, quizás después de Manolete, ningún torero español había causado tanta expectación por verlo torear, al grado de llenar la plaza al conjuro de su nombre.
¿Será que lo volvamos a ver en un escenario como La México una vez que toda esta pesadilla derivada del coronavirus haya terminado?
Por sus fueros
El torero huamantleco, José Mari Macías, volvió por sus fueros en su tierra. El sábado lidió dos toros encastados de “La Joya” a los que logró cortar una oreja en cada turno, lo que lo convirtió en el triunfador de la primera de dos corridas guadalupanas que la empresa Toro Tlaxcala integró en la renovada plaza Fernando de los Reyes “El Callao”, conocida popularmente como La Taurina.
Hizo bien José Mari al prepararse a conciencia para un compromiso de esta altura en la tierra que lo vio nacer y desarrollarse como torero, si consideramos el contexto del que venía, con varias tardes desaprovechadas principalmente por sus yerros con la espada.
Como lo hemos descrito en diversas ocasiones, Macías tiene que pisar el acelerador y madurar como torero para que su carrera tome nuevos aires y no se quede como un matador más en el recuerdo. Tiene que marcar diferencia y ser una de las barajas que ya no signifique promesa para nuestra tauromaquia, sino una realidad.
Navideño
Vaya cartel el que se anunció la semana anterior en Apizaco, con la presencia de tres matadores jóvenes cuya carrera poco ha despuntado en los últimos años.
Se trata de una tercia integrada por los de dinastía Diego Silveti y Fermín Espinosa “Armillita”, así como el tlaxcalteca Gerardo Rivera, con toros de la ganadería de José María Arturo Huerta.
Para no romper la tradición, Apizaco integró un cartel interesante para el 25 de diciembre a las 4 de la tarde, que podría funcionar en medio de la vapuleada economía que concentra el sector taurino de nuestro estado a consecuencia de la pandemia del coronavirus.
Como debe de ser, el gobierno municipal anunció que habrá cupo limitado y medidas de prevención adecuadas para el festejo que tendrá un costo general de 300 pesos en sol y 250 en sombra. Deseamos el mayor de los éxitos.